Consecuencias De Una Guerra

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Con un grupo de 20 norteños había llegado a Foso Cailin; el punto de encuentro que había acordado.

Sin embargo; no había no había rastro de la remitente del mensaje.

Con una mueca de descontento se dio la vuelta, pensando si era una trampa de alguno de sus enemigos, o era una broma por parte de su esposa para humillarlo.

Cuando de pronto, a lo lejos avistó a un dragón negro, volar con torpeza, y acercándose hacia él.

Sentía como su corazón se empezaba acelerar fuertemente, mientras que su mano empezaban a sudar.

Pero había algo extraño, algo no andaba bien.

Los caballos de los hombres retrocedieron rápidamente al ver el  dragón aterrizar estrepitozamente contra el campo.

—— ¡Es el dragón de  su esposa! ¡Está sin jinete, mi Lord! —gritó uno de los norteños. Al ver que era cierto, frunció el ceño, y con preocupación trató de acercarse a la gran bestia. Lo rodeó con cautela, hasta que vio wue Asturion llevaba una saeta de hierro en la ala izquierda.

Al ver que la bestia sufría de dolor, trató de acercarse para intentar ayudarlo, pero al sentir que se le acercaba intentó quemarlo.

Cuando este, nuevamente, se calmó intentó acercarse nuevamente, hasta quedar frente a él. Antes que el dragón reaccionara de mala manera, rápidamente tomó la gran flecha de hierro, y tiró fuertemente de ella, logrando sacarla. Asturion se sacudió fuertemente, y se levantó.

De pie, y enfrente suyo, cerró los ojos y esperó lo peor.

Su asombro fue mayor al ver que el dragón bajó la cabeza, dándole invitación para que lo montara. Definitivamente algo estaba pasando, tomó valor y rápidamente trató de subir al lomo del dragón torpemente.

Cuando pudo sentarse en la silla pudo darse cuenta que la montura de ésta  estaba completamente ensangrentada. Aquello comenzó a angustiarlo, fuertemente se sujeto de la silla de hierro, para luego el dragón alzará vuelo.

Entre gritos, y alabanzas, los hombres de Cregan aplaudían la azaña de su señor; montar a un dragón. Acto seguido, lo siguieron lo más rápido que podían.

Sin entender a donde lo llevaba, se aferraba a la bendita silla, que era lo único que lo mantenía lejos de caer al vacío.

Cuando de pronto, llegó a unos pastizales, a la frontera con el norte. Trató de divisar en que lugar quería aterrizar el dragón, espero unos minutos hasta que por fin el dragón había aterrizado cerca a un lago.

Éste rugió, y se sacudió fuertemente tirando a Cregan de la silla.

Adolorido por la caída, se levantó, y diviso el lugar. Hasta que de pronto la vio, con una bata blanca ensangrentada, y con la mirada completamente perdida, mientras que en su hombro llevaba una flecha clavada.

Mientras que con todas sus fuerzas, con sus brazos protegía una manta cubierta de sangre. No tardó mucho tiempo en desplomarse al suelo.

Cregan rápidamente corrió hacia ella, y al ver que su vestido estaba lleno de sangre, supo que el contenido de la carta era cierto. Con poco esfuerzo, quitó la flecha del hombro y la tomó entre sus brazos, para luego envolverla entre su capa.

Cuando de pronto vio a sus soldados a lo lejos acercarse, suspiró aliviado.

Trató de darle calor, aferrando el cuerpo de su esposa al suyo. En eso no pudo evitar mirar el pequeño bulto que llevaba Rhaella en sus brazos, con suma delicadeza descubrió los trapos, hasta encontrarse con el contenido.

Maldijo interiormente, mientras que abrazaba con fuerza a Rhaella, y hundía su cabeza en su cabello.

— Mi pobre niño...— se lamentaba, al darse cuenta que Rhaella no había completado el termino, y había perdido el embarazo.

Con los ojos entreabiertos podía verlo, temía qué fuese un sueño, o alguna alucinación antes de morir, pero no.

—— Perdón... —dijo en un hilo de voz— No pude hacer nada para salvarlos...

—— No digas nada, ahora—dijo Cregan acariciando sus pálidas mejillas —haz perdido mucha sangre, no te desgastes en hablar, Rhaella.

—- Nos traicionaron... No pude cuidar a nuestro bebé —dijo mientras las lágrimas empezaban a salir de sus ojos.

—- No hablaremos de esto ahora —dijo Cregan.

—— Mataron a Jacaerys —fue lo último que dijo Rhaella, antes de quedar inconsciente.

En ese momento supo que sus barbas blancas no serían suficiente para la guerra qué se había desatado.

Oneshot/ Cregan StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora