El autobus

1.4K 62 0
                                    

Aunque me daba una pereza brutal hablar del beso con Lamine lo veía necesario. Noté como él se sentía igual así que opté por no presionarlo demasiado ya que no era un tema de vida o muerte.

- ¿Te gustó? - fue lo primero que me preguntó cuando nos metimos solos en uno de los baños del inmenso autocar por lo que solté una sonora carcajada sin remedio.

- Veo que el tema es bastante serio - respondí con ironía mientras nos mirábamos con una mirada de complicidad - si Lamine, me encantó - añadí poniendo los ojos en blanco mientras agarraba el rímel del tocador del cuarto y me lo retocaba con cuidado de no sacarme un ojo - ¿regresamos con los demás? - segundos después de no obtener respuesta sentí como unas manos fuertes me giraban y el adolescente me besaba con calidez. Correspondí el beso y después de unos minutos y un abrazo al salir del baño sentí como mi hermano tiraba de mi brazo para meternos en una de las pequeñas habitaciones.

- ¿Va todo bien? - pregunté zafándome de su agarre y alisando mi camisa para segundos después prestarle atención. Su semblante estaba serio y empecé a tensarme.

- ¿Has visto a Diego últimamente? - esa pregunta me sorprendió y asustó a partes iguales. Era el chico que me había interceptado en una cafetería de Barcelona y del que el moreno tuvo que apartarme sin disimulo antes de que siguiera clavándome mis propias uñas en los brazos. Asentí.

- Quería joderme pero Lamine llegó y dijo que era mi hermano para que me dejara en paz - suspiré tratando de no pensar en el tema aunque mi hermano no me dejó tiempo para olvidarme de ello.

- Te estaba buscando, Carla - soltó lo más tranquilo que pudo aunque mis manos no dejaban de chorrear y estaba seguro de que estaba fingiendo su expresión y tratando de suavizarla - y creo que no es un buen momento para que se sepa que ayer en la final de uno de los torneos más importantes de fútbol te besaste con el del momento y se van de vacaciones a Grecia - intento hacerme comprender y se agacho para estar a mi altura y agarrarme por los hombros mientras yo no podía disimular el horror que me embargaba - no va a hacerte nada y no voy a obligarte a irte sola a España si no quieres ni debes, pero ten cuidado - asentí con falsa seguridad con la cabeza y volvimos a los sillones del autobús con los chicos intentando aparentar tranquilidad, a pesar de que mis piernas y mi respiración estaban agitadas y mis amigas y el moreno no me quitaban los ojos de encima.

- ¿Estás bien? - preguntó Sheila al fin lo que consiguió que las miradas de algunos de los jugadores se posaran en nosotras y me estresara aún más.

- Vuelvo en un segundo - exclamé finalmente saliendo de la habitación y cerrando la puerta de la asignada para mí ignorando los pasos que tan bien conocía para conseguir algo de tranquilidad y no pensar en cómo mi vida había cambiado tanto a bien y a mal en cuestión de días.

 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚𝐬: lamine yamal  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora