La casa

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Me sentía aliviada. Después de que los chicos se comprometieran a ayudarme a pesar de que tenían uno de los trabajos mejor pagados y que menos les convenía perder, no dudaron en ayudarme. No sabía que Marc tuviera tanta fuerza de voluntad para enfrentarse a alguien de su familia, aunque Diego probablemente nunca fuera a saberlo. Al salir del bufete, Héctor y Lamine me abrazaron, este último dándome un cálido beso en la mejilla. Marc me acarició el hombro y cuando nos acomodamos en la limusina Gavi habló.

- Demasiada tensión. Avisa a tus amigas y diles que las recogemos en 20 minutos - mi expresión era de confusión mientras el chico encendía el vehículo pero eso les dije y en media hora estábamos en la mansión del Barça. No podía estar más estupefacta. Llevábamos horas las tres solas y les resumí lo que pasó, no fueron capaces de articular palabra.

- Si no te quieren que baje Dios y lo diga - todas nos reímos ante lo que dijo Marta y escuchamos como cucu nos llamaba desde su jardín. Nos levantamos y respondimos ante la llamada pero nos quedamos con la boca abierta cuando vimos a Lamine y a Héctor con dos ramos gigantes de flores. El moreno llevaba rosas blancas y del color que el nombre indicaba, viendo de milagro su cara. Las de Héctor? Lo siento, no miré.

- Que cojones? - exclamé tratando de no lanzarme a sus brazos.

- Estabas muy tensa, bonita - reí ante el comentario y cuando dejo las flores en el suelo lo abracé con fuerza recibiendo la misma. No podía quererlo más y no lo merecía - deja de llorar, enserio - dijo durante los segundos que nuestras cabezas se separaron divertido antes de estrecharme de nuevo acariciando mi pelo - te las mereces car - asentí limpiando mis lágrimas y vi que Marta estaba igual con Héctor. Todos nos reímos.

- No hacía falta - dije finalmente bajo las miradas emocionadas de los jugadores - muchas gracias - asintió contento.

- Que triste soy - gritó Sheila simulando volver a entrar en la casa. Marc le dio un tirón y todos se rieron.

- Puedo dejarte a mi hermano - esta puso cara de horror y después de horas en el jardín conversando, riendo, bañándonos en la piscina y bailando (incluyendo el baile de Lamine y Nico) nos invitaron a quedarnos. A Sheila le dejaron un cuarto y a Marta y a mí nos ofrecieron de nuevo dormir con ellos, cosa que aceptamos.

Termine de ducharme y ponerme el pijama. Al salir del baño Lamine estaba sentado con el teléfono sobre el regazo, que apartó para dejarme entrar bajo las mantas cuando me vio.

- No te merezco - solté simplemente una vez junto a él. Agarró mi mentón suspirando e hizo que lo mirara, sin perder la seguridad y la felicidad de su rostro.

- Eres tonta - dijo para hacerme reír y eso hice hasta que volvió a hablar - mereces todo lo bueno y más porque gracias a ti soy más feliz - asentí conmovida y me soltó para abrazarme tirándome encima de él - bunas noches amor - nunca me había llamado de algún otro modo que no fuera falsamente despectivo pero bese sus labios adormilada y así nos quedamos hasta la mañana siguiente, del tirón.

 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚𝐬: lamine yamal  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora