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En cierto modo, me convertí en la sombra del señor Grayson, su asistente personal

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En cierto modo, me convertí en la sombra del señor Grayson, su asistente personal. Lo acompañaba a reuniones, eventos, firmas de contratos y negociaciones críticas.

Cada día, cuando llego a su oficina, él ya está ahí. Sentado tras su escritorio hojeando documentos o hablando por teléfono con sus socios del bajo mundo. Luciendo imponente, como el importante y honorable hombre de negocios que finge ser. Su fachada de empresario intachable la maneja perfecta, siempre equilibrada con sus negocios ilicitos.

Cada mañana traigo su café recién hecho, amargo y sin azúcar como él, organizo un poco su escritorio si así lo desea y luego vuelvo a mi escritorio.

Él solo levantaba la cabeza, me daba una mirada crítica y luego suelta un comentario sarcástico sobre mi atuendo. Su actitud burlona no es nueva para mí. Desde mis inicios dejo claro su desaprobación hacia mi vestimenta, que mayormente consiste en una combinación de blazer de negocios, pantalones o faldas, acompañados de blusas sencillas pero bastante conservadoras.

Aunque sus comentarios no me afectaban, si lograban irritarme, incluso si trataba de que no me afectarán.

Para nadie era un secreto que él tenía preferencia por un tipo de mujeres bastante específicas: con estilo y vestimentas elegantes pero sensuales, así como un cuerpo de infarto y curvas bien pronunciadas.

Sin embargo, que él diga esos constantes comentarios sobre mi físico, logran sacarme un poco de quicio. Se que no soy su tipo y que jamás lo seré. Tampoco es que esté interesada en ser una de sus conquistas de una noche, pero joder, que en momentos me hace sentir insegura de mi apariencia en general.

Sus comentarios mordaces desquebrajaron mi confianza un poco y había días en los que me cuestionaba a mi misma si de verdad era tan fea a la vista de los hombres como él pensaba.

Hoy tampoco me escape de sus comentarios, estaba abotonando su camisa negra reclinado en su silla. Pude ver qué en el inicio de su pecho definido, tenía algunos rasguños y chupetones. Grayson Kidman es alguien demandante, posesivo y temperamental en ocasiones. Como una bomba de tiempo que despedaza todo lo que está cerca, incluyendome en ocasiones.

Estaba enojado, sus cejas estaban fruncidas y golpeaba suavemente la pluma contra el escritorio. Iba a detonar y el primer objetivo más cercano a la detonación era yo.

—Dios, mira nada más. Parece que tú guardarropa lo eligió una mujer de 70 años, Larsen —murmuró, irritado y escaneandome con esas esferas azules—. Pero supongo que eso es lo mejor que hay disponible para alguien con tu falta de experiencia.

Bingo, primer detonante. Mi apariencia y mi inexperiencia. No podía esperar menos de alguien como él. Solo vive de alcohol, fiestas, sexo y creyendo que es superior al resto del mundo.

En La Mafia No Hay Final Feliz [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora