Ella siempre lo conseguía.
Siempre conseguía la forma de dejarme como un imbécil a su lado. Cómo un trozo de mierda mal pisada. Cada una de las palabras que salían de su boca era una patada directo a mi ego.
Dios, era la única mujer que lo sé lo pensaba dos veces antes de decirme mis verdades a la cara. Creo que sí un día llega a darme una bofetada no haré nada, me quedaré ahí como un cabron soportando el golpe.
Y por si fuera poco, me deja con la palabra en la boca.
Maldita sea esa mujer, ella definitivamente no me tiene miedo en lo absoluto. No sé cómo tomar eso, no sé si enojarme o encontrarlo divertido.
El corderito asustado que conocí no existe o desde aquel día lo ha ocultado bien.
La vi superarse día a día. También derramar mi café encima de un sin fin de contratos importantes. Caminar torpemente con unos tacones espantosos, el ligero temblor de sus manos y ni hablar de su ropa.
Maldita sea.
Estaba loca o definitivamente tenía muy malos gustos para la ropa y un sentido de visión horrible para combinar colores. Larsen podía ser buena en muchos aspectos pero su elección para la ropa no era uno de ellos.
Cada día se veía como un jodido saco, no se veía nada por delante ni por detrás, era un saco con piernas y rostro. La misma ropa que usaría una anciana en un asilo.
Debería estar prohibido salir con esa vestimenta. Lo único que la hacía lucir como una chica era su cabellera castaña que llegaba hasta donde se supone que debe estar su culo.
Lo que me lleva a otro punto negativo:
Su trasero. Tiene la misma cantidad de culo que tiene un televisor.
O sea, nulo. Inexistente. Su culo es inexistente para mis ojos y para los de cualquier ser vivo en el planeta que tenga ojos.
Está chica era dañina para ojos. Causa una irritación excesiva. Tal vez, sea la única razón por la que nunca me han dado ganas de siquiera darle un beso. Por dios, hablo de Larsen, ni siquiera sabría cómo dar un buen beso sin temblar.
Pero, no todo era negativo, tiene sus puntos buenos.
Evolucionó, sorprendiendome. Aprendió rápido, se adapto a mi mundo y se acoplo perfectamente al entorno. Eficiente, servicial, acataba mis órdenes sin preguntar, sin cuestionar, leal a mi.
En ese aspecto, Larsen era perfecta.
Con solo veinte años y esa altura de menos de metro sesenta, lindos ojos cafés y labios rojizos, me restregaba en la cara que estaba solo y que lo único que podía ofrecer era mi cuerpo y dinero. Y me enojaba. Por el demonio que me ponía furioso porque era la puta verdad lo que me tiraba sin miedo a la cara.
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En La Mafia No Hay Final Feliz [+18]
Teen FictionDicen que cuando el diablo llega tocando a tu puerta, lo hace disfrazado de ángel para que lo dejes entrar... Yo sabía que era el diablo, un mounstro capaz de destruirme con facilidad y, aún así, le abrí. Me dejé arrastrar a su mundo, retorcido, lle...