Alejandro se despertó antes del amanecer, una sensación de urgencia lo había impulsado a levantarse. Desde que había comenzado su entrenamiento con Dolores, cada día se sentía más consciente del peso de su legado. Después de prepararse rápidamente, se dirigió a la sala secreta, donde el Espejo de las Sombras lo esperaba.
Dolores ya estaba allí, examinando un pergamino antiguo bajo la luz de una lámpara de aceite. Al verlo entrar, levantó la vista y le dedicó una sonrisa cansada pero cálida.
—Buenos días, Alejandro —lo saludó—. Hoy es un día importante. Debes aprender a usar el espejo para rastrear las fuerzas oscuras que intentan obtenerlo.
Alejandro se acercó al espejo, sintiendo una mezcla de miedo y determinación. Durante semanas, había practicado con él, aprendiendo a controlar las visiones y a interpretar las sombras. Pero hoy, sentía que algo diferente estaba a punto de suceder.
—Debes concentrarte en buscar cualquier amenaza cercana —dijo Dolores—. Visualiza el peligro y deja que el espejo te guíe.
Cerrando los ojos, Alejandro se centró en su respiración, tratando de calmar su mente. Luego, pensó en el peligro, en las fuerzas oscuras que querían el espejo. Cuando abrió los ojos, el espejo comenzó a oscurecerse, las sombras dentro de él se agitaron y se transformaron.
De repente, una imagen clara emergió del caos. Vio una figura encapuchada moviéndose furtivamente por los callejones de San Miguel de Allende, con una expresión decidida y una mirada que irradiaba malevolencia. La figura llevaba un tatuaje distintivo en la muñeca, un símbolo que Alejandro reconoció de los textos antiguos: la marca de la Orden de la Sombra.
—Dolores, alguien de la Orden está aquí —dijo Alejandro, con la voz tensa—. Están buscando el espejo.
Dolores se acercó rápidamente, mirando la visión en el espejo.
—Debemos actuar con rapidez —dijo—. La Orden de la Sombra es peligrosa. Si saben que estás aquí y que tienes el espejo, no se detendrán ante nada para arrebatártelo.
Sin perder tiempo, Dolores y Alejandro empezaron a preparar la casa. Dolores selló las puertas y ventanas con antiguos encantamientos protectores, mientras Alejandro guardaba cuidadosamente los textos más importantes y el espejo en un compartimento secreto bajo el suelo.
—Tienes que ir al centro de la ciudad y tratar de encontrar a esa figura —dijo Dolores, entregándole un amuleto de protección—. Este amuleto te mantendrá a salvo de las influencias más oscuras, pero debes ser cauteloso.
Alejandro asintió, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Salió de la Casa Azul, con el amuleto alrededor de su cuello, y se dirigió hacia el centro de San Miguel de Allende. Las calles estaban empezando a llenarse de vida, con vendedores abriendo sus puestos y los primeros turistas explorando la ciudad.
Se movía rápidamente, sus ojos escudriñando cada rincón, cada sombra. Finalmente, en un callejón estrecho cerca de la plaza principal, vio a la figura encapuchada. Se movía con propósito, y Alejandro decidió seguirlo a distancia.
La figura se detuvo frente a una puerta de madera, tocando tres veces en un patrón específico. La puerta se abrió y la figura entró. Alejandro esperó unos momentos y luego se acercó silenciosamente, apoyando su oído contra la puerta para escuchar.
—Debemos encontrar el Espejo de las Sombras —decía una voz ronca desde dentro—. Nuestro maestro ha sido claro. Con ese poder, podremos controlar las fuerzas oscuras y moldear el mundo a nuestra voluntad.
Otra voz, más aguda, respondió.
—Sabemos que el último guardián murió en esta ciudad. El nuevo guardián debe estar cerca. Encontrémoslo y tomemos el espejo.
Alejandro sintió un escalofrío. Sabía que estaban hablando de él y del legado que había heredado. Retrocedió silenciosamente, consciente de que necesitaba informar a Dolores de lo que había descubierto.
Regresó a la Casa Azul lo más rápido que pudo. Dolores lo esperaba en la entrada, con una expresión de preocupación.
—La Orden sabe que estamos aquí —dijo Alejandro, jadeando—. Debemos prepararnos para enfrentarlos.
Dolores asintió, su rostro sombrío pero decidido.
—Estaremos listos, Alejandro. Has hecho bien en seguirlos. Ahora, debemos usar todos nuestros recursos para proteger el espejo y detener a la Orden.
El sol de mediodía brillaba intensamente sobre San Miguel de Allende, pero Alejandro sentía que una sombra más profunda se cernía sobre ellos. La batalla por el Espejo de las Sombras había comenzado, y estaba decidido a proteger su legado a cualquier costo.
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SECRETOS FAMILIARES
FantasíaAlejandro Rivera, un joven fotógrafo de 28 años con una mirada melancólica y un espíritu inquieto, vive atrapado en la rutina de las bulliciosas calles de la Ciudad de México. Su vida cambia abruptamente cuando una misteriosa carta lo empuja a redes...