Capítulo 18

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Fue raro, no pude llorar, pero mi alma estaba hecha pedazos.
Fiódor Dostoiévski.

Parte 2.

—¿Qué haces de pie?

La voz de Mikael me asusto tanto que terminé golpeando mi brazo lastimado con una de las sillas que había en la habitación, solté un quejido a causa del dolor y eso hizo que Mikael se acercará rápidamente mostrándose muy preocupado.

—¿Qué haces? ¿Estas loco?

—¡Me has asustado! —le recargue—, ¿Cómo esperas que reaccione?

—¡No así!

Volví a soltar un quejido y a sostener mi brazo, el dolor empezó a extenderse como punzadas, una más dolorosa que la otra a medida que el tiempo pasaba y eso hizo que Mikael se preocupara aún más.

—¿Qué se supone que debo hacer? —preguntó mostrando su preocupación.

—Creo que hay medicina para el dolor —dije—, pero debemos pedirle a una enfermera que la traiga.

—Iré a buscar a alguien, quédate aquí.

—No puedo ir a ninguna parte —aclaré.

Salió de la habitación dejándome solo, aunque el brazo estaba matándome del dolor, no pude evitar sonreír enternecido por ver a Mikael tan preocupado por mi y por mi seguridad, verlo salir tan rápidamente en busca de medicamento para mi dolor fue algo que jamás imaginé ver.

Tome asiento en la silla donde me había golpeado con anterioridad, esperando a que Mikael regresara para que al menos el dolor disminuyera un poco.

—¿Así que ese chico guapo es tu novio?

Lleve mi atención a donde provenía aquella voz, la cual era de la única persona que me hacía sonreír estos días en los que estaba encerrado en esta habitación, mi enfermera favorita.

—No es mi novio —negué.

—Pero utilizo a su padre para quedarse aquí contigo —señalo—, si no eres su novio, entonces estoy segura que quiere que lo seas.

—¿Siempre eres tan directa?

—Solo digo lo que veo —dijo encogiéndose de hombros—, eso no es un pecado, además se veía muy preocupado por que te habías golpeado el brazo.

—Si, me golpee por culpa de ese idiota.

—¿A quien llamas idiota?

Justo en ese momento Mikael entró haciendo esa pregunta mostrando completa seriedad, hice un puchero ignorando su pregunta y volteando hacia donde estaba la enfermera para pedirle ayuda.

—Yo me voy, los dejo solos —dijo luego de dejar la medicina para mi dolor en la mesa—, toma una ahora si ya cenaste, si él dolor persiste toma una dentro de una hora o dos.

—Okey.

—Y en mi oficina tengo protección, si les interesa.

Salió rápidamente antes de poder decir algo y quejarme, termine desviando la mirada avergonzado porque me había sonrojado por las palabras de ella, además Mikael tenía una sonrisa burlona en su rostro y eso había terminado de ponerme nervioso.

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