Capítulo 11.

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Nunca sabes a quién le va a gustar todo ese conjunto de rarezas que eres.
Céssar Sinclair.

Tal como lo habíamos hablado unas horas antes, Mikael y yo estábamos recorriendo parte de la ciudad juntos, justo ahora estábamos en busca de un restaurante o un lugar donde tomar nuestro almuerzo.

Habíamos dejado el hotel bastante temprano, solo habíamos dormido un par de horas, antes de que la emoción de estar en otro lugar nos levantara de nuestras camas, aunque en realidad, fue Mikael quien me despertó bastante temprano con la excusa que no quería salir solo.

—¿Y si buscamos algún lugar de hamburguesas? —pregunté— Vamos al centro comercial.

—Bien, vamos —acepto sin rodeos.

Regresamos por donde habíamos pasado hace un rato para ir hacia el centro comercial, sin embargo, Mikael se quedaba de pie cada cinco minutos para tomar fotografías, al parecer le gustaba hacerlo, era una especie de hobby para él y si era totalmente honesto no era tan malo en ello, me había mostrado unas cuantas fotografías que tenía en su cámara y eran muy buenas.

—¿Por qué empezaste a tomar fotografías? —pregunté interesado— Pensé que eras alguien más atlético, ya sabes, obsesionado con los deportes.

—Me gustan los deportes —puntuó—, pero si en algún momento tengo que decidir, me gustaría ser fotógrafo profesional.

Aquello me dejo un poco sorprendido, aunque con el talento que poseía, sabía que podía llegar a ser un gran fotógrafo.

—Eso demuestra que te conozco muy poco —declare.

—No me has dado la oportunidad para conocernos —dijo obvio—, si me das la oportunidad puedo sorprenderte mucho.

—De eso estoy muy seguro.

Llegamos al centro comercial en pocos minutos y buscamos el lugar donde estaba ubicada la comida, pedir la comida fue muy fácil y encontrar una mesa libre también lo fue, al final terminamos comiendo uno frente al otro un combo simple de hamburguesas, papas y una bebida, debía admitir que estaba tomando soda ya que solamente lo hacía mientras estaba con Mikael.

No sabía por qué, pero sentía que era una cosa solo de los dos, tal vez, algo que solo me sentía cómodo de compartir con él.

—¿Hay algo en particular que quieras ver? —preguntó rompiendo el silencio que se había instalado entre ambos— Solamente hemos hecho lo que yo quiero.

—No estoy muy seguro en realidad —dije dudoso— pero, podemos ir al Capitolio —sugerí.

—Oh, seguro —acepto sin dudarlo.

Seguimos comiendo en medio de una charla bastante fluida, hablamos de muchas cosas, como por ejemplo lo interesante que era la ciudad, lo emocionados que estábamos por la competencia y también de unos cuantos temas más que solamente eran para matar el tiempo, tardamos al menos una hora en comer y una vez terminamos salimos del centro comercial para ir hacia el Capitolio.

—¿Está muy lejos de aquí? —pregunté ya que llevábamos un buen rato caminado— ¿No prefieres preguntar?

—No, soy bueno con la aplicación, llegaremos en cinco minutos —negó Mikael.

Y si, tuvo razón al decir que llegaríamos en pocos minutos, cuando me di cuenta ya estábamos frente al Capitolio a punto de entrar al último recorrido del día, era una suerte que llegáramos justamente unos minutos antes de que esté diera inicio.

Nos dieron unos pases y finalmente nos incorporamos al grupo que era guiado por un chico que parecía no ser tan mayor.

—Es muy interesante, ¿no? —preguntó Mikael mientras íbamos con el grupo.

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