Capítulo 19

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Unos lloran con lágrimas; otros con pensamientos.
Octavio Paz.

Parte 1.

Estar en casa fue bastante reconfortante, poder moverme libremente sin que nadie estuviera reprendiéndome por ello, el poder vestir más que una bata de hospital, y aunque tener que estudiar y hacer mi tarea no fue tan fácil como pensé que sería, al final estaba en casa y eso era lo que valía.

Pero eso cambio cuando finalmente me quedé solo luego de que mi padre regresara a su trabajo, aunque trataba de concentrarme en el lado bueno de las cosas, la verdad es que no había muchas cosas positivas.

No había hablado con nadie sobre mi situación, no valía la pena hacerlo si al final el resultado seguiría siendo el mismo, no cambiaría el hecho de que tardaría meses en recuperarme de esto y que era posible que no volvería a practicar arquería de nuevo.

Todo había cambiado de la noche a la mañana, todo había perdido el sentido para mí desde esa mañana donde había escuchado aquello, desde que el señor Spencer lo dijo fue como si todo a mi alrededor empezará a derrumbarse poco a poco, esa mañana pasé horas sentado frente a la computadora de mi escritorio sin saber muy bien que hacer, sin saber qué es lo que pasaba por mi cabeza.

Un rato después tomé mi móvil entre mis manos y aunque dudaba un poco de mis acciones, le envié un mensaje a Charles para saber si podía venir a casa luego de la escuela, necesitaba contarle lo que estaba pasando, tal vez —aunque tal vez sabía que no era posible— él podía darme algún consejo o simplemente podía escucharme, Charles siempre solía pensar en más cosas, en algo que no fuera tan malo en toda esta situación, en todo esto que por alguna razón aparente sentía que nunca tendría fin y que terminaría consumiéndome.

Al cabo de un rato, recibí respuesta de Charles diciendo que vendría a casa luego de las clases, lo cual hizo.

—Traje helado, ¿Quieres?

Fue lo primero que dijo cuando abrí la puerta, mostrando una bolsa entre sus manos que mostraba el logotipo de una heladería.

Asentí, le seguí hasta la cocina luego de cerrar la puerta principal, Charles estaba buscando cucharas y vasos para servir el helado que traía consigo, uno de galletas y otro de frutos del bosque el cual aún seguía siendo mi favorito, aunque también había descubierto que me gustaba mucho el de chocolate, pero todos sabíamos la razón de ello.

—¿Qué dijeron los médicos? —preguntó mientras servía el helado—, ¿Cuánto tiempo tendrás esa cosa?

—Un par de días más —respondí vagamente a su primera pregunta— y sanara por completo en unos meses.

—¿Un par de meses? Pero la competencia en Tailandia es en tres meses —mencionó—, ¿Ya estarás bien para entonces?

—No lo se.

—¿No lo sabes? ¿Cómo? —preguntó confundido— ¿Qué sucede?, ¿No iras? Responde y no te quedes callado como un idiota —exigió.

—¡No iré! —respondí casi gritando ante sus preguntas—, ¡No podré hacer eso nunca más!

—¿Q-Que quieres decir con nunca más?

—La fractura es complicada, no saben cuáles serán los efectos de ella —quise explicar lo mejor que pude—, puedo tardar meses, años en recuperarme por completo, incluso es posible que nunca lo haga. —dije bastante molesto, aunque no con él— Eso dijeron los médicos.

—¿No puedes probar con otras alternativas?

—No lo sé, debo esperar —dije—, una vez me quiten el yeso, sabremos cual es mi situación.

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