Souichi One Shot Collection

3. Conjuro de amor

Sinopsis:
El joven Souichi cree que le has lanzado un conjuro de amor.
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Un hechizo de amor. Eso es lo que Souichi estaba convencido de que le habías lanzado.

Aunque ustedes dos habían sido amigos durante un par de años, no fue hasta que ingresaste a la escuela que él comenzó a sentirse así. Casualmente, también fue en esa época cuando finalmente comenzaste a dominar el uso de la magia. Ahora ustedes dos podían ayudarse más entre sí con hechizos y maldiciones, y a medida que pasaba el tiempo, una extraña sensación enfermiza comenzó a surgir dentro de Souichi.

Al principio pensó que eran solo las secuelas de una mala maldición, pero pronto se dio cuenta de que ese sentimiento solo surgía cuando pensaba en ti.

A veces sentía una chispa de felicidad cada vez que te veía de lejos, y a veces era tan terrible que perdía el apetito cuando estaban separados durante mucho tiempo.

No lo  averiguó hasta que estaba husmeando en tu habitación. La prueba de que habías estado haciendo algo malo todo este tiempo.

—No creíste realmente que te saldrías con la tuya, ¿verdad? —Souichi habló con severidad mientras te inmovilizaba sobre la cama, sujetándote por las muñecas y apoyándose sobre ti, evitando que te escaparas.

—Lo encontré, ¿sabes? Tu grimorio secreto~. —Hiciste una mueca de confusión mientras Souichi continuaba hablando—. Leí algunas cosas bastante interesantes. Cómo maldecir a quienes te han robado, cómo dar órdenes a los espíritus e incluso... —Souichi apretó su agarre en tus muñecas, encajando sus clavos en tu piel—. Cómo maldecir a alguien para que se enamore de ti. —Tus ojos se abrieron cuando finalmente entendiste lo que estaba tratando de insinuar.

—Souichi, no es lo que piensas... —Souichi te interrumpió con una mirada fría y enojada.

—¿Hacer que piense en ti todo el día y toda la noche? Qué narcisista. Debería haber sabido que solo estabas fingiendo ser tímida. Supongo que el dicho es cierto: ¡los callados son siempre los más raros!

Souichi se rió maliciosamente mientras miraba tu expresión nerviosa.

Al principio, solo estaba planeando asustarte con una advertencia verbal, pero ahora que te tenía así, pensó que aprovecharía la oportunidad para aliviarse de cualquier efecto secundario residual causado por tu molesto y potente hechizo de amor.

Levantando tus muñecas hacia él, Souichi habló en un tono ligeramente comprensivo.

—Pero, para ser completamente honesto contigo, no puedo culparte por hacer lo que hiciste. No hay nadie tan increíble y poderoso como yo. Estabas destinada a enamorarte de mí tarde o temprano.

Usando su pulgar, índice y dedo medio, frotó tus muñecas con un movimiento de ida y vuelta.

—Pero si hay algo que no puedo soportar, es que me maldigan.

—¿Qué estás haciendo? — preguntaste nerviosamente mientras Souichi cantaba en japonés.

Tirando de tus muñecas sobre tu cabeza, colocó un alfiler invisible entre ellas, haciendo que ahora sea imposible para ti separarlas del colchón.

Inclinándose más cerca de ti, susurró:

—Te voy a mostrar lo que sucede cuando intentas lanzar un hechizo de amor sobre alguien.

Cerró los ojos y presionó sus labios contra los tuyos. Te retorciste debajo de Souichi mientras sus manos viajaban desde tus muñecas hasta tu pecho. Sus movimientos eran rígidos, alternando constantemente entre mover sus labios y mover sus manos, aún no podía moverlos suavemente a ambos al mismo tiempo.