Capitulo III

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Volví a mi rutina normal, hablar con socios, acordar entregas, recibir mercancía y cobrar deudas, todo igual que siempre. No mentí a Alastor cuando le comenté que tenía una farmacéutica, de verdad que tenía una... o más bien dos, una a la vista de todos y otra, la más preciada, la que estaba oculta. Mi cara ante la legalidad era ser la dueña de una de las farmacéuticas más importantes del país, dueña de las patentes para el tratamiento de enfermedades más agresivas y comunes del ser humano.

Pero en las sombras, el dinero que obtenía era de las transacciones del "oro blanco" y sus derivados. Los humanos sí que eran una escoria, harían cualquier cosa por un poco de mis productos, las adicciones eran algo que era bueno para mí, más dinero y más pecadores, yo ofrecía la tentación y ellos eran los que decidían si continuaban o no, no podían culparme del todo por tenerlos en mis manos.

Suspiré por enésima vez en la noche, estaba en mi oficina viendo unos papeles importantes, estaba realmente cansada y seguí sin tener noticias de Alastor. Con un movimiento de mi mano cerré con seguro la puerta, un poco de magia solo fue necesario, no quería que nadie me interrumpiera. Cerré los ojos y le ordené a mi sombra ir a donde estaba él, necesitaba verlo. Pero al llegar la escena que presencio mi sombra y que me transmitió no me gusto para nada.

La madre de Alastor estaba en una cama de hospital, estaba dormida o inconsciente, tenía una venta en su cabeza, señal de que tenía una herida y su brazo izquierdo estaba enyesado. En una de las esquinas estaba Alastor, sumamente golpeado y un costado de su camisa estaba manchado de sangre, no sabía si era de él o de su madre. Estaba a punto de levantarme e ir por ellos cuando vi que un hombre entró a la habitación, se veía un poco mayor a Alastor, tal vez de la edad que yo aparentaba. Se veía afligido

- Hey Al, ¿Cómo sigue tu madre? – Preguntó el hombre de expresión dura y de grandes patillas

- Inconsciente, los doctores dicen que probablemente despertara mañana – puso sus codos en sus piernas y se tomó la cabeza mientras miraba al suelo – Necesita un tratamiento más fuerte o si no... no puedo perderla Husk – Su voz tembló y un nudo se formó en mi garganta, me dolía verlo así

- No sé qué decirte Al – Respondió de manera incómoda el joven que ahora sabía que se llamaba Husk – No tengo mucho, pero espero que este te sirva de algo – De su bolsillo saco un sobre amarillo, Alastor lo miro confundido hasta que entendió que contenía

- No Husk, son tus ahorros para abrir tu bar – Rechazo de manera amable y se levantó del sofá para mirar por la ventana – Aceptaré la propuesta de la señorita Charlotte

¿Qué? No podía creer lo que estaba escuchando, por una parte, me alegraba de su aceptación, pero por el otro me dolía lo que tuvo que pasar para que lo aceptara. Le ordené a mi sombra regresar a mí, estaba ansiosa por escuchar el timbre de mi celular y escuchar que aceptaba. Después de una hora donde mi ansiedad estaba a punto del colapso nervioso, escuche la llamada que tanto ansiaba, vi un número desconocido y me imagine que era él, suspire un par de veces para calmarme y fingí una voz adormilada.

- Bueno – Conteste tratando de contener un bostezo

- Buenas noches, me disculpo por la hora, ¿este es el número de la señorita Magne? Soy Alastor – Aunque Alastor trato de sonar lo más sereno posible, podía notar un cierto tinte de nerviosismo en su voz

- Oh, querido, ¿ha pasado algo? – pregunté con inocencia

- Señorita Magne, acepto su propuesta de matrimonio – No pude evitar que una sonrisa se formara en mi rostro por escuchar tal cosa

Tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora