Capitulo VI

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Me quede sin palabras, realmente no planeaba decirle todo, o más bien no planeaba hacerlo nunca, pero, por otro lado, me alegraba que él tuviera esos recuerdos, al menos si me recordaba algo ¿Qué debía decirle? Ya no podía ocultarle más información yo y mi gran boca por estar ebria. Tendría que contarle todo, y cuando me refiero a todo es decirle mi verdadera naturaleza

- Alastor, tu alma ha reencarnado – Comencé a hablar mientras me sentaba a un lado de él – Por favor, escucha hasta el final y no me interrumpas – Por el rabillo del ojo pude ver que él asintió – Nos conocimos hace siglos, yo era hija de unos comerciantes de clase media que soñaba con ir a uno de los bailes que el vizconde celebraría por su cumpleaños, fue en esa fiesta de máscaras donde nos vimos por primera vez y donde algo hermoso comenzó a surgir entre los dos, conforme fue pasando el tiempo nos fuimos enamorando, nos amábamos intensamente y estábamos por casarnos cuando tu padre te obligo a casarte con la hija de un marqués, tú no querías, pero yo, dejándome influenciar por mi padre, te convencí de aceptar esa propuesta y del porqué debíamos terminar nuestra relación prohibida e impura. Te casaste y me dolió en el alma verte con otra, pero fue mi decisión el dejarte, aunque tú nunca me dejaste del todo, nos veíamos a escondidas, ya sea para platicar o para amarnos. Pero tu esposa tenía un enamorado, aquel que sintió que le habían arrebatado a su gran amor, te asesino sin piedad una tarde que estábamos por vernos. Al verte tirado en un charco de sangre, corrí hasta ti para tratar de ayudarte, pero fue demasiado tarde, te acomodé entre mis brazos y me miraste con el más puro amor, mientras que tu eterna sonrisa se fue apagando poco a poco mientras te ibas entre mis brazos.

Termine de contar mientras que mis lágrimas volvían a caer por recordar aquel doloroso pasado. La imagen de el ensangrentado y muriendo entre mis brazos aún permanecía fresca en mi memoria. Alastor no decía nada, se mantenía callado y suspiraba de vez en cuando. Estaba dispuesta salir de la habitación para que estuviera solo y procesara toda la historia cuando me detuvo

- ¿Cómo es que tú recuerdas todo?, ¿también eres una reencarnada?, ¿por eso me propusiste matrimonio? – Había llegado el momento, temía de su reacción, en el pasado también le había contado mi naturaleza y lo había aceptado, pero con el todo era diferente

- Alastor, yo...antes que nada quiero que sepas que nunca te haría daño a ti o a tu madre, que mi ayuda no los condena a nada y que el trato que hicimos no es válido ni para los míos ni para ellos – Alastor me miro sin entender nada – Yo no soy terrenal, yo...vengo del infierno, soy la hija de Lucifer

Alastor se levantó rápidamente de la cama y se alejó de mí, esa pequeña acción logro que mi corazón se estrellara. Nunca me había importado la reacción de los mortales al saber mi naturaleza, es más, me deleitaba con sus caras de horror el saber que estuvieron frente al mismísimo anticristo. Pero con Alastor era diferente, no podía soportar esa mirada de rechazo y de miedo, el cómo se alejaba de mí.

Camino varias veces por la recámara, murmurando muchas palabras incomprensibles, podía ver un sinfín de emociones en su mirada ¿Qué era lo que pasaba por su mente? Como desearía poder entrar en esa cabeza suya y saber lo que realmente piensa de mí

- Esto es una broma ¿no es así? – Pregunto en un tono de voz lleno de angustia y me miraba como deseando que solo fuera una mentira de mi parte – tampoco soy tonto, sé que tienes negocios ilegales, esas llamadas que tenías, las armas que ocultas y tu casa fuertemente resguarda para ser solo un CEO nada más.

- Eso es solo una vida más que estoy llevando – Vaya, que, si era listo, pensé que estaba oculto, el hecho de mis negocios oscuros. 

Tenía que demostrarle que lo que estaba diciendo era verdad, que no estaba jugando con el para que lo tacharan de loco. Me levanté de la cama y con un solo chasquido deshice la magia que ocultaba mi verdadera apariencia.

Tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora