Epilogo

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- ¡Elizabeth, Elizabeth! Ven para acá – Comencé a gritar mientras perseguía a la niña por el largo pasillo, ella corría lo más rápido que sus pequeñas piernas podían, tratando de evitar que la metiera al baño – No esperes que tu padre te salve de esta – Amenace con la esperanza de que se detuviera y poderla agarrar, pero fue lo suficientemente hábil como para escabullirse de mi vista

- Oh, querida, he atrapado algo para ti – Alastor apareció frente a mí mientras sostenía a la pequeña Elizabeth de la ropa, quien se retorcía por querer escaparse

- Papi malo, mami mala – Gimoteaba mientras lloraba de la manera más actuada posible

- ¿Por querer que la princesa se vea presentable? - Pregunte de manera irónica mientras tomaba a la pequeña entre los brazos – Ven, vamos a bañarte

Entre pucheros Elizabeth acepto bañarse, siempre era la misma historia en cuanto anunciaba la hora del baño, el ser una residente del infierno no significaba que tenía que estar sucia. Después de un complicado baño, mi pequeña hija se entretuvo jugando con su cuidadora, le tenía un gran cariño así que era poco común el que hiciera una rabieta con ella.

Alastor miraba por la ventana, admirando el paraíso carmesí que había frente a sus ojos, tenía una mirada nostálgica y sabia el porqué estaba de esa manera. Un año más se cumplía desde la muerte de su querida madre, había vivido por diez largos años después de nuestra boda, pero su cuerpo le paso factura, ya no podía más y tristemente Alastor lo entendió. Al menos me alegro de haberle podido dar una magnífica vida en sus últimos diez años.

Alastor suspiro con resignación y tomo una fotografía que había cerca del buro, en la imagen éramos él y yo abrazados mientras su madre sonreía contenta por el magnífico regalo que le habíamos hecho. Fue uno de los tantos momentos que he atesorado en mi mente, el ser felices los tres.

- ¿Sabes? Aún no me acostumbro a esta nueva apariencia – Confeso Alastor con cierta desgana.

Pasaron cinco años después de la muerte de su madre, donde me confesó que quería estar conmigo por la eternidad. Aunque trate por todos los medios de alejarlo de los pecados condenatorios, él se había manchado las manos en un intento por seguirme.

Nunca creí que él lo hiciera, nunca lo obligue ni comente nada al respecto, pero para mi sorpresa él había investigado lo suficiente como para saberlo. Fue en una noche de verano, donde después de finiquitar mis negocios y pasarle la batuta a mi segundo al mando, simulamos una redada donde los dos fuimos las víctimas fatales. Claro que fue Alastor quien en medio de una ceremonia donde mi padre estuvo presente, me juro lealtad para después tomar una copa de vino donde su final era inminente.

No puedo negar que me dolió verlo así, el ver a mi alama gemela morir frente a mis ojos otra vez era doloroso, pero al menos mi padre me aseguro que no sentiría dolor, fue tranquilo y sencillo, era como si solo se fuera a dormir.

Pasé horas buscándolo por todo el infierno hasta que por fin lo encontré, con una apariencia nueva, diferente, pero sumamente atractiva. Comenzó un camino donde desato a todos sus demonios internos, en sus palabras, debía de ser el más fuerte para ser digno de mí, algo tonto, ya que yo lo amaba sin importar nada, pero sabía que era por orgullo que lo hacía

Fue gracias a mi padre que, después de una década, cuando por fin nos casamos como debía de ser, él pudo convertirse en un demonio completo, un original. Algo poco visto dentro de nuestra sociedad que fueron duras las críticas al respecto, pero no nos importó, nos amábamos y eso era lo más importante.

- Alastor, amor, cierra los ojos – Él me miró con curiosidad, pero aun así acepto

Lo ayude a sentarse en la cama y le indique que siguiera con los ojos cerrados. Con un chasquido de mis dedos, hice aparecer una caja envuelta el papel dorado. Con cuidado la deje en su regazo y le dije que podía abrir los ojos.

Con curiosidad comenzó a rasgar el papel, y yo me sentía nerviosa como si fuera la primera vez. Al abrir la caja por completo, sus ojos fueron de total sorpresa al ver que había un par que zapatitos de bebe. Alastor me giro a verme y me abrazo fuertemente.

Vamos a ser papas nuevamente – Susurre antes de que me besara en los labios y me demostrara un inmenso amor, tal y como yo se lo demostraba día con día. 



Fin


Buenas tardes mis queridos lectores espero les haya gustado esta corta novela. Fue realmente algo diferente a lo poco que llevo escribiendo sobre esta pareja ademas de que fue todo un reto el tipo de narracion que implemente.

Como ya saben, no es un adios si no un hasta luego. Esten atentos a mis proximos proyectos, por su puesto que sera Charlastor, ando trabajndo en unos que se que les va a encantar. 


Sin mas, muchas gracias por leer mis escritos.


Tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora