POV:ZAI
Estaba sentada enfrente de Luccas. Ambos habíamos estado en silencio desde que nos subimos al ferrocarril hace 4 horas. Mirábamos como el vagón pasaba por zonas tan verdes que no había otra tonalidad a los alrededores, al igual que zonas donde había arrasado el verano, dejando la vegetación en espera de los ciudadanos
Nuestro destino era un país vecino que no necesitaba tanto protocolo en sus fronteras y donde se había establecido una de las sucursales más grandes de mis productos. Covey era un hermoso país, algo liberal
Siempre me transportaba a diferentes países de forma constante, solía ir a verificar cada detalle. Como era costumbre viajaba sola, pero en esta ocasión Luccas me acompañaba para poner en orden a los demás contadores y abogados
¿Cómo iba y venía sin una identidad?. Tomaba el apellido de Luccas cuando necesitaba comprar un boleto, al igual que enviar y recibir cartas. Pero era diferente con la compra y venta de edificios, también con los documentos de la universidad
No nos tomó demasiado tiempo tomar la maleta que traía conmigo. En cambio Luccas solo tenía un bolso con cosas necesarias. Solo nos quedaríamos 3 días en este lugar, después viajaremos a otro país y regresaremos a nuestra nación
La fachada azul marino de una gran casa nos dio la bienvenida. Nuestra llegada se vio animada, la mujer que nos recibía con cariño en esta ciudad era una gran conocida desde que viví un tiempo en Aguamarina, una viuda sin hijos que por una enfermedad no puede costearse la vida
Bueno, en realidad si podía, nadie quería darle trabajo. Quien mostraba su apoyo solo eran hombres que querían pagarle una miseria por 14 horas de trabajo
No solo nos recibió ella, también el grupo de 3 enfermeras que la atendía día tras día
—Pequeña jefa, ha venido y nuestra casa se siente iluminada —dijo, levantando sus manos con alegría
—Margot, espero que se encuentre de maravilla— exprese mi afecto en un gran abrazo—Un mes parece una eternidad sin usted
—Pareces más sonriente ahora, tu cabello brilla de otra forma—dijo, llevándome de la mano al comedor—Tenemos tanto de qué hablar
La casa era un lugar amplio, hogareño, las paredes estaban pintadas de blanco y otras de lila o azul, ambos colores combinaban con las alfombras. Todos los muebles eran de caoba y su decoración era maximalista. Había cuadros, porcelana y texturas en la cerámica. Yo la había decorado, como era obvio. Un gran jardín, un comedor extenso y 10 cuartos que podrían almacenar a un parlamento
La mujer de 36 años era radiante. Pelirroja con rizos voluminosos y un volumen envidiable en el cabello. Era una mujer que podría cautivar a quien sea, solo con un movimiento de sus largas pestañas
Nos sentamos en el jardín, las mariposas revoloteaban por doquier, posándose encima de las flores y revoloteando en nuestras cabezas. La brisa fresca era una bendición, ya que, era un clima veraniego
—Zai, tengo algo que decirte—dijo, uniendo sus manos en su regazo
—¿Por qué de forma tan repentina?—pregunte. Acomodándome en mi sitio—¿Es tu medicina?. Podemos viajar, sabes que no te faltaría nada en mi país y podrías vivir igual de cómoda
—La epilepsia no ha aparecido en mi vida, al menos no en 4 meses—admitió. Calmando la opresión que había en mi pecho—Gracias a que mi estado de salud ha mejorado, encontré un trabajo cómodo... En realidad eso no es lo que deseaba decirte
Ella tomó una bocanada de aire para continuar hablando
—¡He conocido a alguien!—dijo con emoción—¡Tengo novio!
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Monarquía de lágrimas
Historical Fiction¿Cuáles eran las probabilidades de que un hombre cayera del cielo? Mientras Zai se hacía aquella pregunta, casi, podrían pensar las personas de su entorno que se trataba de un ángel. Pero, en realidad él no fue lanzado del cielo hacia ella, tal vez...