-¿Desde cuándo lo sabes?

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POV: ALEXANDRE

Al frente del escritorio que era testigo de mis noches en vela. Miraba la tinta que manchaba mis manos después de apretar con fuerza el bolígrafo. Firme una carta, pero también había apuñalado mi corazó n en cada letra que escribí en ella.

Escuche pasos venir desde el pasillo cercano. Lentos y precisos.

—No tienen una cita con el señor, deben detenerse— ordeno Aurora.

No era necesario que escuchara sus voces, sabía como se oían sus pasos a través de cualquier pasillo.

Mi hermano Harry estaba acompañado de un alto caballero, alrededor de los 62 años de edad. Su cabellera era completamente negra y a pesar de ser un hombre mayor, era tan atractivo que podría cautivar a cualquier mujer que se lo proponga. Él me miraba con molestia, yo ni siquiera me esforzaba en buscar una explicación.

Mi padre me juzgaba desde el umbral.

Mi hermano no toleraba a Thomas Blackburn, aunque él estuviese orgulloso de su primogénito.

Ambos pasaron sin pedir permiso, sentándose enfrente de mi escritorio. Thomas le ordeno a Aurora que le sirviera whisky, ella me miró para saber que debía hacer. Asentí para que le diera alcohol y se retirara.

Mire como Harry apretaba las manos a su lado cuando Aurora pasaba por su costado. Él solo la deseaba, porque, no creía que alguien que ame a una mujer tan maravillosa como ella, la hiciera sufrir tanto.

—Tu visita debe ser urgente si prefieres estar en mi casa y no en el hogar de tu prometida. ¿Cómo está Adele Blagden?— pregunte mirándolo a los ojos.

Aurora me miro antes de irse, dándome un cabeceo, no como despedida, era agradecimiento. Me había pedido que lo mantuviera alejada de él, pero, deseaba arrancar cada sentimiento que ella tenía por mi hermano.

—Así que firmaste— dijo sin responder mi pregunta. Cruzando las piernas— No creía que fueses capaz.

—Cuando llegue de visitar a sus padres se llevará una gran sorpresa— Thomas no sonreía, estaba tan serio— Su hijo la internará.

No me moleste en removerme o que las palabras me afectaran.

—Madre no ha salido de la ciudad, está en una pequeña casa a las afueras con un joven banquero— admití mirándolo a los ojos—¿Ni siquiera sabes a donde se dirige tu esposa?

El tomo una gran cantidad de aire. No estaba sorprendido, pero sí algo decepcionado.

—Emma está bien aquí. ¡No necesitabas mandarla a un maldito psiquiátrico!— grito, golpeando el escritorio.

No era un psiquiátrico, pero si una institución que atendía a personas alcohólicas o violentas, por suerte mi madre era ambas.

Ignore a mi padre, en cambio, mire a Harry.

—¿Por qué estás aquí si eres consciente de mis intenciones hace meses?

Él se colocó derecho. Tomo un minuto de silencio para comenzar hablar, meditando bien sus palabras.

— ¿Aún tienes acciones en Aguamarina?—Harry parecía extraño haciendo esa pregunta—Ya sabes, contactos para realizar un encargo.

Thomas nos miró a ambos, casi descifrando nuestra conversación.

—Aún tengo conocidos en Aguamarina— confesé— ¿Qué deseas?

Mercenarios, ladrones, asesinos. Era un reino hermoso con un rey maldito, uno que había amenazado con romper un tratado de paz que apenas tenía 5 años. Nuestro rey quería matarlo, pero aún no había ideado un plan para hacerlo.

Monarquía de lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora