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Cuando a los novios a la edad de trece y quince años se les llevó al pequeño consejo para planear la ceremonia dorada, decidieron que tras el término de su celebración en Desembarco del Rey, recorrerían los cielos hasta llegar a lo que prematurame...

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Cuando a los novios a la edad de trece y quince años se les llevó al pequeño consejo para planear la ceremonia dorada, decidieron que tras el término de su celebración en Desembarco del Rey, recorrerían los cielos hasta llegar a lo que prematuramente llamaron su próximo hogar, la casa ancestral de los Targaryen, Rocadragón. En aquel entonces,  la fortaleza valyria se convertiría en su santuario exclusivo, ya que estaba vacía, pero hoy en día era residencia de  toda la familia de su media hermana; a Aegon no le molestaba, pero claramente a su madre sí, por lo que no se extrañó cuando vió por el umbral a Aemond entrar en su ropa de jinete, expectante a el momento que el omega que tiene por hermano esté listo para partir.

Aegon se encontraba en sus habitaciones de la Fortaleza Roja, siendo atendido por sus damas de servicio; tenía dos de ellas decorando y trenzando su cabello con esmero, mientras que las demás intentaban acomodar su vestido para que luciese perfecto.

Era un desperdicio, diría el Targaryen si le preguntaban, apenas se subiese a Fuegosol su vestido se arruinaría, era un viaje de una hora, y planeaba rasgarlo en el camino si quería tener libertad de movimiento. No podía esperar a que su dragón dorado bailase junto a Vermax en los cielos.

Y bueno, con Aemond en Vhagar detrás.

— ¿Realmente necesitas toda esa decoración? se te caerá apenas emprendas vuelo en Fuegosol. — Su hermano habló después de su vasto silencio.

— Soy consciente de eso, pero madre no desea que parta en harapos enfrente de sus invitados.

Su madre le había encomendado un hermoso vestido, no fue sorpresa su color, un verde esmeralda en declaración que sus estandartes estaban listos para la guerra. "Una mentira" pensaba. Pero no negaría jamás lo hermoso que era, llegaba hasta el suelo, sin hombros, con detalles dorados que lo hacían parecer una armadura y para toque final, una capa con lo que parecía ser Fuegosol bordado junto a un par de joyas.

— Bueno, deberían apresurarse. El príncipe Jacaerys ya está en el jardín con Vermax, y Vhagar está impaciente. — señaló hacia el balcón donde Aegon pudo observar a la inmensa dragona sobrevolar la fortaleza.

De forma casi inmediata sintió a sus damas hacer un trabajo más rápido. Con un gruñido mientras se puso de pie y deshizo de todas ellas. — Me siento listo.

Las mujeres bajaron sus cabezas y comenzaron a salir.

— ¿No te llevarás ninguna a Rocadragón? —preguntó curioso su hermano. Aegon estaba a punto de negar, pero volvió a hablar. — Deberías. Yo no estaré más de una luna contigo y luego regresaré a mis deberes aquí. Bantis ziry amajan. — concluyó en un tono amenazante, intentando que se le metiera a su "vacía" cabeza.

" Necesitarás gente leal "  Tradujo Aegon. Realmente no le importaba, estaría con Jacaerys y su familia, y como tiene entendido, ellos no asesinarían a su propia sangre.

Cartas al invierno - Jacegon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora