Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 𝟺

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Rubí Campbell

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Rubí Campbell

Tristemente, los días siguientes estábamos como dos desconocidas. Ella no me hablaba y yo dudaba en hablarle primero.

«Dije que estaría para ella, no detrás de ella».

De vez en cuando cruzamos miradas, pero de ahí no pasa. Aunque debo admitir que su mirada es muy fija y penetrante, así que de inmediato desvío mi mirada de ella sintiéndome intimidada.

El día de hoy, mi compañera Nubia tuvo su descanso y pues ando vagando sola por éste lugar, supervisando a todas las mujeres reclusas.

Mi curiosidad despertó al no ver a Natalie por ningún lado.

Se supone que es la hora en que dejan libres a las reclusas de sus celdas y Natalie debería estar por aquí.

Fuí a buscarla a su celda, sólo espero no encontrarla en una situación vergonzosa con esa chica o con alguna otra.

Al llegar a su celda ahí la encontré recostada sobre su cama, pero en una pose algo provocativa. Sólo trae puesto su sostén y su pants blanco.

Su abdomen es muy plano y ejercitado, sus brazos lucen fuertes y bien trabajados. Pero mis ojos se enfocaron en sus pechos, no son muy grandes, pero tienen buen tamaño.

Tragué saliva de forma nerviosa por mis pensamientos y por mirarla de esa manera.

Ella al verme me miró de manera fría y después me sonrió coqueta.

—Hola, mi reina.—Natalie me saludó mordiendo ligeramente su labio y mirándome de pies a cabeza.

Mi cuerpo entero tembló ligeramente por su voz y por el apodo.

—¿Qué haces aquí en tu celda? Las reclusas deben estar allá afuera en el patio. Sal de aquí, por favor.—Ordené de manera fría y dura.

—Ahg, ya estás de sangrona.—Rodó los ojos muy fastidiada tras mi regaño.—Lárgate y déjame sola. No tengo ganas de verle la puta jeta a nadie, ni mucho menos a tí.—Se acomodó en su camilla y me dió la espalda.

—¡Natalie Ouellette! ¡Es una órden y sal de tu celda!—Alcé mi tono de voz logrando llamar su atención.

Ella volteó a mirarme muy fríamente por cortos segundos. Luego se levantó bruscamente de su cama sin quitarme la mirada de encima y se dirigió peligrosamente hasta mí. Quise huír de su celda, pero ella alcanzó a estirar su brazo y cerró la reja.

«Ahora me he quedado sola y encerrada con ella en su propia celda».

Comienzo a inquietarme y a tener miedo de ésta mujer, ya que es una asesina de alta peligrosidad.

—Natalie, déjame salir... ¡Deja de jugar ya!—Grité totalmente histérica mientras me alejo de ella quién se da la tarea de perseguirme y acorralarme dentro de la celda.

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐍𝐃𝐄𝐑┃ClockworkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora