Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 𝟿

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Rubí Campbell

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Rubí Campbell

Luego del electroshock y las reacciones de los medicamentos, Natalie ha estado vomitando.

«Ella sufre en éste lugar».

Ahora mismo ella está encerrada en el baño y no ha salido. Estoy muy preocupada por ella.

Luego de un rato, ella salió con muchas ojeras y muy pálida.

—¿Estás bien, linda?—Le pregunté con angustia y timidez.

—¿¡Qué haces aquí escuchando cómo me vasqueo y echo gárgaras por el hocico, eh!?—Me contestó agresivamente haciendo que baje la mirada con temor.

«Siempre tan a la defensiva y agresiva conmigo».

—Bien... Te dejo sola...—Respondí cabizbaja y dándome la vuelta para irme.

—¡No te vayas!—Exclamó agarrando mi mano y girándome bruscamente hacia ella.—Rubí... Es que yo...—Retrocedí incómoda cuando ella dió un paso hacia mí un poco agresiva y alterada.—Perdóname...—Jadeé sorprendida cuando se lanzó hacia mí abrazándome fuertemente.

—Está bien, no te preocupes, no pasa nada...—Palmeé suavemente su espalda. Mi cuerpo tembló de nervios tras sentir sus manos deslizarse hasta mi trasero y lo apretaban ligeramente.—¡N-No!—Me zafé bruscamente de sus brazos sintiéndome avergonzada por sus caricias tan íntimas. En cambio, ella me empujó agresivamente hacia atrás y mi espalda chocó contra la puerta principal de los baños.

—¿Sabes que no soy buena para tí?—Puse mis manos en mi pecho sintiendo algo horrible.—Cuando tus ojos claros se enfocan en mí, sé que mereces la completa felicidad que no no te puedo dar, porque ni siquiera yo la tengo. ¿Me entiendes, Rubí?—Me explicó mostrándose muy agobiada, como si quisiera llorar.

Negué lentamente.

«¿Cómo hacerte entender que así como amo tu felicidad, amo tu tristeza y tus tragedias, Natalie?»

—Estás muy rara el día de hoy. Debe ser porque no te sientes bien. Necesitas comer y descansar. Luces muy sudorosa, tienes unas grandes ojeras.—Le hablé cariñosamente limpiando el sudor de su rostro agobiado.

—Mis ojeras son por pensarte toda la noche, por eso cuando te veo, mis ojos cansados no dejan de admirarte, Rubí.—Confesó acariciando mis caderas y pegándose mucho a mí sin dejar de mirarme. Jadeé incómoda y nerviosa. No sabía qué responder ante una confesión tan seria. 

—N-No hagas eso, me pongo muy nerviosa... No puedo con eso...—Contesté torpemente y tanteando con mis dedos la manilla de la puerta. Mi corazón late frenéticamente y mis piernas tiemblan exageradamente. No puedo girar la manilla de la puerta, ya que mis manos sudan mucho por los nervios.

—Me fascina verte tan nerviosa, sumisa y débil, completamente disponible y servida para mí.—Dijo mientras me giraba y me ponía de cara contra la puerta para ella pegarse atrás de mí. Agarró mi garganta con su mano y con la otra manoseaba mi cuerpo a su antojo. De vez en cuando, mordía suavemente mi oreja y mi cuello. Las uñas de su mano se clavaban en mi garganta y hacía leve presión, pero no a tal punto de hacerme daño.

𝐈𝐍𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐍𝐃𝐄𝐑┃ClockworkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora