Capitulo 2

89 10 1
                                    

Me encontraba nerviosa, mis pies no dejaban de moverse y mis dedos estaban ansiosos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me encontraba nerviosa, mis pies no dejaban de moverse y mis dedos estaban ansiosos. Me acomodaba la ropa a cada rato e incluso comencé s sentir calor en el cuerpo; hasta que escuche mi nombre y me quede estática.

—Buenas tardes señorita —Me saludo cordialmente con un apretón de mano —Seré rápido, el trabajo es sencillo y me urge una maquillista. Necesito que comiences de una vez.

—¿Entonces? —Intente hablar.

—Si, el trabajo es suyo señorita Hela.

Fue imposible ocultar mi emoción, que incluso antes de que el señor hablara no pude evitar darle un abrazo sin pensarlo tanto. Comencé a agradecer emocionada, pero en realidad no me había dado cuenta de lo que estaba pasando a mi alrededor. Hasta que escuché detrás de mí una raspada de garganta y rápido me solté del señor.

—¿Quién eres? ¿Y qué haces abrazando a mi esposo?

Tuve que voltearme rápido y asustada. ¿Por qué tenía que abrazar al señor? Ni siquiera sabía cómo se llamaba.

—Te pregunte algo. —Volvió a hablarme.

—Lo siento, yo solo quería...

—Amor, no pienses mal. La chica solo se emocionó, es la nueva maquillista de Tadeo.

La señora me miro de arriba abajo, y mientras lo hacía se colocaba a un lado de su esposo y lo tomaba del brazo. Luego de esto, sin decir solo procedió a jalarlo e irse a cualquier habitación de las que había en ese lugar. Yo me quede ahí, sin pensar y decir nada, simplemente la escena me dio un poco de gracia y estaba a punto de llamar a mi madre para darle la nueva noticia, hasta que me dieron ganas de ir al baño.

—Disculpa, ¿Dónde está el baño? —Le pregunté a un señor que iba pasando, supuse que era de limpieza.

—A la vuelta de este pasillo señorita.

—Gracias —Le dije para irme.

Comencé a caminar por los pasillos, hasta que entre a una habitación que claramente no era un baño. En cuanto me di cuenta iba a retirarme, pero se escuchó la palanca de un inodoro y la persona salió limpiándose las manos con un pedazo de papel en las manos. Ambos nos miramos directamente, lo cual fue un momento extraño e incluso algo incomodo; hasta que el rompió el silencio con su pregunta.

—¿Quién eres? —Pregunto mirándome a los ojos.

Por un momento, me perdí en sus ojos. Eran cafés claros, y su mirada para nada era intimidante sino todo lo contrario; parecía un chico amable y dulce. Pero en el momento que baje los ojos hacia su ropa, rápidamente le observe el cabello, y supe quién era.

𝐉𝐮𝐬𝐭𝐢𝐜𝐢𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 | Tadeo Bonavides Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora