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POV SAMANTHA
 
—Déjame entrar, Ama.
 
-Lo he dicho cinco veces ya, la respuesta es no. Son las tres de la mañana. Lo que sea que necesites decirle a Abril puede esperar hasta mañana.
 
Está parada delante de la casa, en sólo unos shorts deportivos y una camiseta. Estoy segura de que ella podría conseguir que un oficial me lleve a la cárcel, pero debe sentir mi desesperación lo suficiente para darme un pase.
 
Sé que es tarde y que su abuela está enferma. Sólo necesito esperar a la luz del día y hacer esto bien, pero me estoy volviendo loca por cada segundo que pasa ella pensando que he estado con alguien más. No he tocado a una mujer en años. No, si mucho le he dado un beso. Es científicamente imposible para mí estar teniendo un bebé con alguien. Quiero ser capaz de hablar con Abril y explicárselo a ella, pero no contesta el maldito teléfono.
 
Suspirando, regreso y camino hacia mi carro. Aprieto mis manos en puños, frustrada a más no poder. Todo lo que puedo oír es su voz rota en mi cabeza. Me choquea que ella pueda pensar que yo podría hacerle algo así, engañarla de esa manera. ¿Una novia embarazada? ¿Ella casándose con Juan? No voy a tolerarlo.
 
Alejándome de la casa me monto a mi camioneta, no quise venir en la moto porque es ruidosa, y sé que su abuela no está bien. Manejo alejándome y viendo por el retrovisor como Ama entra y apaga la luz del porche.
 
Doy vueltas alrededor de la cuadra y del parque cercado detrás de la propiedad. Silenciosamente, salto las paredes de la propiedad y trepo por los árboles a través del bosque. Cuando llego a la parte posterior de la casa, subo la barandilla del porche. Soy capaz de elevarme al balcón del segundo piso y me escondo en las sombras, sin saber de quién es la habitación de este balcón.
 
No hace demasiado frío esta noche y por suerte para mí, las puertas están abiertas. Espero por un segundo y cuando no puedo oír nada, entro de puntillas. No he dado cinco pasos antes de que la lámpara al lado de la cama se prenda. Me detengo a medio paso, sorprendida en el acto.
 
-Debes ser la mujer sobre la que está enredada mi nieta.
 
Giro mi cara a la cama, viendo a una versión más vieja de Abril. Ella y su abuela son casi idénticas, su abuela sólo tiene unas pocas suaves arrugas. Ella está en la cama, pero usa un albornoz, su largo cabello trenzado y cayendo elegantemente en su hombro. Cruza sus manos en su regazo, esperando pacientemente a que yo hable.
 
-¿Ella le ha hablado de mí? -No sé por qué esas son las primeras palabras en salir de mi boca.

-No, pero compartimos un vínculo muy estrecho. Sé cuándo algo le causa problemas, y tú mi querida, eres problemas.
 
Sostengo mis manos arriba y empiezo a defender mi caso, pero ella inclina la cabeza a un lado y me sonríe. Extiende la mano y acaricia la silla cerca de su cama, y camino hacia allá tomando asiento.
 
-¿Estás enamorada de ella? - Mi boca cae abierta ante su franca pregunta—. Escucha, cuando tienes mi edad, las cosas se vuelven simples. Si quieres saber algo, preguntas. Entonces, te estoy preguntando. ¿Qué es lo que te tiene metiéndote furtivamente en medio de la noche?
 
Siento una sonrisa bailar en mi cara. Este es mi tipo de mujer.
 
-Ella es algo especial para mí, y algunas cosas se torcieron esta noche. Estoy aquí porque no contestó el teléfono para poder explicarme. Está molesta y es por una mentira. Estoy aquí para decirle la verdad. Y si no le importa, me gustaría reservarme la confesión de mis sentimientos hasta que pueda decírselos directamente a Abril. Pienso que es justo que ella los oiga en primer lugar.
 
—¿Vas a dejar que ella se case con el idiota de Juan?
 
-No, señora—. Mi respuesta es rápida y feroz—, Ella es mía y le juro que voy a protegerla y quererla por el resto de nuestras vidas. No sé qué pasó esta noche, pero voy a arreglarlo, y luego nunca voy a dejarla ir de mi lado. Puede que no sea capaz de darle todo esto—, muevo mi mano señalando toda la propiedad-, pero, la trataré mejor de lo que cualquiera podría. No hay persona que vaya a cuidarla mejor de lo que yo quiero.
 
Ella me da una suave sonrisa e inclina su cabeza hacia atrás en su almohada. Después de un segundo, cierra sus ojos y luego los abre de nuevo. Tiene los ojos un poco llorosos mientras busca en su mesa de noche y abre el cajón. Saca un anillo de una pequeña caja y me lo pasa.
 
-Me recuerdas a mi difunto marido. Nosotros empezamos sin nada más que amor, pero demonios si él no me amó lo suficiente para nunca necesitar algo más. -Suelta la caja y envuelve mi mano alrededor de esta—. Ella está al final del pasillo, cuarta puerta a la derecha.
 
Agarro la caja y la guardo en mi bolsillo. Sé lo que es y sé lo que significa. Tan cercana como es Abril con su abuela, estoy aliviada de tener su bendición.
 
Parándome al lado de su cama, la miro, viendo cómo ella luce cansada. Inclinándome le doy un beso en su mejilla, y su mano se acerca a tocar mi cara. Cuando me alejo, está sonriendo y pone su mano donde la besé.
 
-Ve por tu chica.
 
Con eso, me giro y salgo de la habitación, haciendo mi camino silenciosamente por el pasillo. Cuento y paro cuando llego a la cuarta puerta, acerco mi oído a ella y escucho. Se oye un leve ronquido y sonrío. Esa es mi Duquesa.

La Mecánica | Rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora