El Cénit de las Realidades (versión ilustrada)

05. Un atisbo de esperanza en el seno de la fatalidad

Pasaron los años y la humanidad no había logrado resolver el incidente de la anomalía que había sido descubierta por Sammen en la estrella Kyna. Esta, la estrella en cuestión, se apreciaba en ese momento con normalidad iluminando a una ciudad espacial que, dado este pronóstico, se había visto sumida en el caos en muy poco tiempo. Por desgracia, a los pocos meses de darse la noticia esta ciudad también quedó aislada de la tecnología, incomunicada y obligada a interrumpir el abastecimiento de recursos provenientes del resto de la galaxia, lo que exacerbó el sentimiento catastrofista que había estado germinando por doquier durante los últimos tiempos.

Aunque mucha gente había sido evacuada tiempo atrás, la ciudad en sí misma se había convertido para muchos en una jaula de la que era imposible escapar y se iba a convertir en poco tiempo en una tumba en la que todos iban a sucumbir. Por allí todavía quedaban muchos miles de millones de personas que esperaban con sombría certeza el momento de su muerte.

Pero, aunque todo parecía normal desde la distancia, en realidad desde la ciudad espacial pudo apreciarse una sutil pero importante diferencia: los últimos días la estrella había comenzado a realizar unas extrañas palpitaciones.

En efecto, los peores pronósticos se cumplieron y la estrella Kyna acabó sufriendo un fenómeno físico que jamás se había visto en el universo. La supernova cuántica estalló como si se tratara de una explosión de múltiples capas, y todos o la mayor parte de los seres vivos que quedaban en la ciudad acabaron falleciendo por las altísimas dosis de radiación.

Por vez primera en muchos siglos, la humanidad sintió impotencia al ver cómo una parte de la sociedad perecía sin remedio por imposición de leyes físicas desconocidas y la otra parte no podía hacer nada para salvarles.

Pero, como se ha dicho, no todo fue muerte y desolación.

Pocos años antes de que estallara la supernova, una última nave llena de pasajeros consiguió escapar de la zona huyendo, de este modo, del dramático acontecimiento que estaba por llegar. No obstante, por desgracia, esta nave tardaría mucho en alcanzar su destino de salvación debido a que las propiedades del espacio-tiempo en la región habían dejado de ser las apropiadas y no podían ser empleadas para favorecer y facilitar el viaje.

Se calculó que, con esas características de tiempo, la nave tardaría varios siglos en llegar a su destino, algo que debía ser necesariamente resuelto porque las reservas de energía con las que contaba no iban a durar tanto tiempo. Naturalmente, se convirtió en imperativo encontrar una solución, por lo que durante los siguientes años este problema iba a ser algo en lo que una buena parte de la humanidad trabajaría a conciencia sin escatimar esfuerzos.

A tenor de esto, en adelante, esa nave llena de personas escapando de la supernova cuántica sería conocida por el resto de la humanidad como la estación de los fugitivos.

Pero esa no era la única consecuencia que había traído consigo ese desafortunado desenlace. Todavía quedaba la duda de si habían quedado personas atrapadas entre los restos de la ciudad espacial de la estrella Kyna tras la explosión de la supernova, lo que obligaría a los humanos a trabajar en líneas adicionales de investigación que durante las siguientes décadas serían el eje central de los esfuerzos de la mayor parte de las instituciones. Era prioritario poder llegar lo antes posible a la estrella Kyna, al lugar de los hechos, para ayudar a los posibles supervivientes.