Entrenadora novata. El viaje de Ivy.

Cap 2: Muertes anuales

Ivy: ─¿Qué... qué ha sido todo eso?─ Comenzó a preguntar, confundida y sin entender nada de lo que había sucedido. ─¿Por qué estabas alimentando esos Kakunas? ¿Por qué hay un cuenco con agua? ¿Qué era esa luz tan brillante de antes?

Evan: ─Es la manera para controlar a los Beedrill de este bosque y evitar que maten a personas sin ningún pokémon o entrenadores novatos como tú. Si hubieras caminado enfrente de los Kakuna, lo más probable es que ahora mismo estarías muerta.

Los ojos de Ivy se abrieron como platos ante la explicación de Evan, aumentando su perplejidad anterior y sintiendo un escalofrío por la espalda al escuchar como podría estar muerta.
Ivy: ─No entiendo nada... ¿Y qué tiene ver eso con la luz del árbol? ¡¿Qué era eso y qué lo ha provocado?! ¡Responde!─ Preguntó todavía en voz baja pero mostrando su nerviosismo.

Evan: ─¿En serio no sabes qué era esa luz?─ Pregunto incrédulo con el desconocimiento de su acompañante. ─Estás más pérdida de lo que pensaba... Esa luz que has visto eran los Kakuna evolucionando, y ha sido todo culpa tuya.

Ivy: ─¡¿Eeeh?! ¿Mi culpa por qué? ¡Si no he hecho nada! ─Protestó, elevando la voz y sintiéndose atacada cuando su absoluta inexperiencia y desconocimiento fueron señalados.

Evan: ─Los Kakuna son bastante peculiares, suelen tener unos tiempo de evolución sincronizados y se pueden adelantar forzando la evolución si se sienten estresados o en peligro.

Ivy: ─¿Y qué demonios tengo que ver yo con eso?

Evan: ─¿Quién te crees que los estresó gritando como loca que vencería a todos los líderes de gimnasio?─ Preguntó de forma retórica, silenciando a Ivy. ─No es que disfruten mucho la presencia de humanos u otros pokémon y al escucharte gritar como loca debieron estresarse tanto que empezaron a evolucionar. Solo se calmaron un poco al verme a mí ya que me conocen, pero no tardarán mucho en evolucionar, no te acerques al bosque en estos días si quieres seguir con vida.─ Dijo añadiendo un tono serio en su última frase.

Ambos siguieron caminando hasta salir del bosque. Ahora que la luz no era tapada por capas y capas de ramas enormes con múltiples hojas, se podía ver el Sol en el punto más alto del cielo, los prados verdes y una enorme granja al lado de un lago con agua cristalina frente a ella.
Ivy parpadeó un par de veces, adaptando a toda la luz a sus ojos ya acostumbrados a las sombras y oscuridad del bosque. Ya con los ojos observando al frente, se quedó fascinada observando el paisaje, un paisaje con una belleza que no se comparaba con nada de lo que había visto en toda su vida. Evan, en cambio, ignoró las vistas, estando ya acostumbrado a verlas casi diariamente, y observó a Ivy ahora que la luz ya lo permitía: una chica de casi 17 años, pelo castaño liso y largo recogido en una coleta, de complexión delgada y baja estatura con grandes ojos de color azul grisáceo, vestida con una camiseta blanca, una falda deportiva azul celeste y llevando a sus espaldas una mochila mediana casi vacía. Evan comenzó a reír sin motivo aparente.

Ivy: ─¿De qué te ríes?─ Preguntó desconcertada por su risa.

Evan: ─Oh nada... Es solo que como acabas de recibir tu primer pokémon y eres tan bajita... Hasta que no te he visto la cara pensaba que eras una niña de doce o trece años... No pensé que fueras de mi edad, enana. Un Malamar mide más que tú.

Ivy: ─¡Ey! ¡No soy tan enana! Simplemente que la gravedad me tira hacia abajo...

Evan: ─Por supuesto... Eso dicen siempre...

Mientras Evan señaló la diferencia de altura entre ambos, unos treinta centímetros, la cara de Ivy se arrugó con frustración y lo miró enfadada, con las manos en las caderas y murmurando en voz baja.
Ivy: ─Sólo porque seas más alto no significa que seas mejor...