Así que allí estábamos, papá y yo, en la cafetería del Ministerio, frente a un plato de papilla no identificable. Era como si hubieran tomado todos los ingredientes mágicos sobrantes, los hubieran mezclado y hubieran decidido llamarlo almuerzo. Lo toqué con el tenedor, preguntándome si tenía nombre o si era sólo una poción secreta para convertir a los niños en ranas.
Pero entonces, en medio de este desastre culinario, llegó la comedia. Algún empleado del Ministerio, claramente soñando despierto con Quidditch o algo igualmente importante, chocó contra papá. Era como ver un partido de Quidditch en vivo, sólo que con más caídas y menos vuelos.
Papá, que terminó en el suelo como un Fluffy desorientado, no quedó impresionado. ¿Pero yo? No pude evitarlo; Me eché a reír. Era el tipo de humor bufonesco que encontrarías en un programa de comedia mágica, y yo era el público de uno.
Papá, con la túnica torcida y la dignidad hecha jirones, le lanzó una mirada severa al tipo que lo había golpeado. Luego, se volvió hacia mí con una ceja levantada y una pizca de diversión.
"Albus", dijo, "Ya es suficiente. Deja de reírte".
Lo intenté, de verdad lo hice, pero la imagen de papá cayendo como una quaffle fuera de los límites era demasiado graciosa. Le di una sonrisa culpable y asentí, prometiendo comportarme.
Después de que logramos conseguir algo comestible (o al menos algo que pretendía ser comida) de la cafetería, nos dirigimos de regreso al Departamento de Historia Mágica. Nos instalamos en la desordenada oficina de papá, donde me miró con un brillo travieso en los ojos.
"Albus", dijo, "¿Te gustaría ver algo extraordinario? Pero este es el trato: debes prometerme no tocar nada".
Mi curiosidad se despertó instantáneamente. "¡Lo prometo, papá!"
Con eso, me llevó a una puerta oculta, la entrada a la sala histórica secreta. Ahora, recuerden, obtuve esta nueva habilidad, Perspicacia del historiador, gracias a esa vieja fotografía. No sabía qué hacía todavía, pero no pude resistir el encanto de los secretos que esperaban ser descubiertos. Era como tener el Mapa del Merodeador y no querer escabullirse por Hogwarts.
Cuando entramos en la habitación secreta, mi corazón se aceleró de emoción. Ya existían dos compartimentos secretos diferentes, como puertas a territorios inexplorados. El aventurero que llevo dentro no pudo resistir el desafío. Pensé: "¿Por qué no intentarlo?" Así que dije "Fantasía del Vagabundo" en voz alta y, de repente, me vino a la mente el conocimiento de cómo abrir estos compartimentos secretos.
Me acerqué a la primera pared, ocultando un compartimento oculto, y levanté el dedo índice. Con una vívida imagen de magia corriendo a través de mí, susurré: "Veritamora". El aire a nuestro alrededor pareció brillar y la pared se deslizó lentamente hacia un lado, revelando un pasaje oculto. Una luz suave y etérea se derramó, proyectando un brillo cálido y acogedor que bailó en mi rostro. Éste era el momento que había estado esperando.
Con el corazón latiendo con anticipación, entré en la cámara secreta. La habitación era un tesoro escondido de conocimientos, con pergaminos, textos antiguos y pergaminos descoloridos apilados desde el suelo hasta el techo. El olor a pergamino y tinta flotaba en el aire, creando una atmósfera de magia y misterio.
Y entonces, de la nada, escuché una voz en mi cabeza. "Ding. Se necesitan suficientes puntos de habilidad para la evolución. ¿El anfitrión quiere evolucionar? Sí/No".
Dudé por un momento, reflexionando sobre el significado de esta misteriosa oferta. ¿Qué significó "evolucionar"? Pero algo dentro de mí me impulsó a decir "Sí", y así lo hice. Fue como embarcarse en un viaje arcano sin un destino claro.
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Reencarne en Albus Dumbledore
Fanfiction"En el tranquilo pueblo de Mould-on-the-Wold, un evento peculiar se desarrolla dentro de la modesta familia Dumbledore. Los secretos del pasado y los misterios del futuro se entrelazan mientras el joven Albus Dumbledore se embarca en un viaje extrao...