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En algún lugar de Misisipi
1927

omnisciente.

Mordecai pensó que sus compañeros de trabajo ya entenderían lo de no desviarse del encargó para un enfrentamiento con rivales, desde que pasó lo de la última vez con los de Lackadaisy.

Pero ahí estaban, en un depósito cerca de los muelles del río Misisipi, revisando el lugar luego de acabar con los italianos que estaban operando.

— No encuentro nada —se quejó Serafine, revisando uno de los cadáveres—. Olvídenlo, este tiene la billetera llena.

— Oye, no es justo —se quejó Nicodeme, viendo a su hermana contar el dinero.

Mordecai los observaba con impaciencia, en silencio, esperando a que terminaran de una vez para poder regresar a su verdadero objetivo.

—Nico, no seas llorón, ve y revisa en el auto, seguro tienen algo de valor —La Savoy guardó lo recién encontrado y vio al solitario gatillero en la esquina del almacén—. ¡Oye Heller!, ¿Por qué no ayudas? Seguro con tu instinto encuentras al menos buena información.

—No entiendo ni siquiera por qué estamos aquí en primer lugar —se quejó el nombrado.

—¿Por qué preguntas Cher? —la gata sonrió pateando un cadáver—. Estos imbéciles ya tenían días en nuestro territorio, estoy segura de que tramaban algo grande entre sus patas, pero por lo que veo les arruiné sus planes.

—¿Qué es lo que exactamente querías encontrar?

La hechicera lo voltea a ver con una sonrisa algo siniestra.

—Unas víctimas, claro. Estoy segura de que iban a secuestrar a alguien importante —saca un cigarrillo y lo enciende—. Nico y yo llevábamos días vigilándolos y daban indicios de que iban a cometer un secuestro.

Mordecai se aleja asqueado al verla expulsar el humo de su cavidad bucal.

—Pero por lo que veo, estaba equivocada —chasquea su lengua y luego ríe—. ¡Nico, ya nos vamos!

El mencionado no da indicios de responder y su hermana se preocupa. Mordecai saca su arma y junto con Serafine, se acercan al auto donde se encontraba el Savoy.

Cuando estaban a punto de patear la puerta y disparar, Nicodeme sale del auto con una sonrisa en su rostro.

—¡Serafine, no creerás lo que encontré!

La Savoy lo golpea molesta mientras su hermano se queja.

—¡Desgraciado, me tenías con los pelos de punta!

—Lo siento, hermana, pero en serio tienes que ver esto —dice mientras la toma de la mano mostrándole el interior del auto.

—Yo no veo nada.

—Aún...

Nicodeme jala el respaldo de los asientos de atrás del auto. Serafine observa sorprendida a un gatito abrazado así mismo mientras los miraba con miedo.

—Oh mierda...

—Eso mismo dije yo.

—No creo que tenga más de cuatro años de edad —Serafine intenta acercarse al gatito y este le gruñe molesto—. Bueno, tiene agallas.

ᗰaniático |Mordecai Heller| ◤LACKADAISY◥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora