. ݁₊ ━━ 𝗥𝗘𝗦𝗨𝗠𝗘𝗡: De tanto visitar el hospital, este mismo ya llevaba su nombre.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me quejé sonoramente, cayendo al suelo. Mi pulso estaba tan acelerado que podía escuchar mi corazón retumbar contra mi pecho y sus latidos socavaban cualquier otro sonido que pudiera haber. Me costó bastante lograr que mi respiración se normalizara.
Era un entrenamiento normal hasta que me herí por accidente, por culpa de confiarme demasiado, específicamente. Pero me distraje, eso fue lo que pasó. También, Dark Pit nunca me tenía piedad...
—Eres tan débil, Pit-Stain. — pronunció guardando su espada.
Yo no dije nada, solo me mantuve tratando de que mi vista se aclarara. Las luces del lugar me cegaban de una manera en la que no sucedía desde hace mucho.
—¡Pit! ¿Estás bien? — Lady Palutena apareció con una expresión preocupada. Tal vez su sexto sentido le hizo sentir que no estaba bien.
Traté de ponerme de pie pero fallé. Lo logré al tercer intento y apenas pude mantenerme firme, mi cuerpo temblaba y mi cabeza daba vueltas. Dolía.
—Creo que tienes que ir a la enfermería... — divagó la peliverde tomando su mentón, tal vez porque «si tu sonrisa ya no está es que de verdad algo está mal», según las palabras de la propia diosa.
Pero sus divagaciones me subieron el ánimo y por ello salí casi corriendo de ahí con el permiso de mi diosa, dando pequeños traspiés.
La enfermera, la que cuidaba de los enfermos o los heridos, era el ser más hermoso que pude haber visto jamás. Suele curarme cuando me lastimo, o cuando un brujo berenjena me convierte en... berenjena. Era amable y dulce, y sanaba cualquier mal, incluso los emocionales. ____, esa ángel con una belleza rebosante que podría iluminar aun más su propia vida si tan solo me diera una oportunidad. O si tan solo me animara a dar el primer paso...
Al dar dos toques a la puerta, escuché a la propietaria de la mayoría de mis pensamientos darme luz verde para entrar, y así lo hice. Un cuarto completamente blanco con una cama del mismo color, y la famosa pelirroja tumultuosa mirándome con curiosidad.
—Pit, ¿qué haces aquí? — pareció notar mis ropas sucias, por lo que se puso de pie y caminó hacia mi. — ¿Qué te pasó?
—El entrenamiento. — sonreí nerviosamente.
No era la primera vez que me pasaba pero eso era lo que menos importaba, sino que ella podría empezar a verme como alguien débil, o alguien menos hombre.
Tendría que mejorar aún más para demostrarle lo fuerte que era.
—Ya veo... recuéstate, te curaré. — obedecí a su petición con una docilidad que parecía irreal.
¿Acaso ____ tenía tanto poder en mí como Lady Palutena lo tenía? Ella retiró mi túnica para vendarme los brazos, y mi pecho. A simple vista se podía ver que tenía heridas superficiales, y una leve cortada en la mejilla.
Durante los siguientes minutos estuve al borde del colapso. Estar básicamente semidesnudo frente a la ángel que me gustaba me avergonzaba, sobre todo porque tenía unas no muy agradables cicatrices en el pecho y torso, ¿seguiría pareciéndole lindo? Su toque delicado me erizaba la piel y hacía que mi cara ardiera, era muy notable mi nerviosismo que fácilmente podría ser malinterpretado con incomodidad.
Mientras que ____, todo el rato me sonrió amablemente mientras continuaba con su labor. No parecía consciente de lo que causaba en mí, ¿o tal vez sí? Estaba confundido, me preguntaba si era demasiado obvio para todos que me gustaba.
De un costado de la habitación sacó una bendita y la colocó en mi cachete lastimado, para esto tuvo que acercarse bastante y yo, más que nunca estaba muriendo. Pero no de mala manera, al contrario.
—¿Te soy tan aterradora, Pit? ¿O por qué tan evasivo? — inquirió con diversión, evitaba su mirada a toda costa y si llegaban a conectar, me pondría más rojo. Como si eso fuera posible.
Estábamos demasiado cerca. Si tan solo pudiera tocarla... abrazarle, oler a fondo esa dulce esencia que tanto me encantaba.
—No, ¿por qué? — titubeé.
—Eres muy lindo cuando estás nervioso...
¡¿Por qué todos decían que era tierno?!
—No lo soy...
—Lo eres, y si no lo aceptas te obligaré a que lo hagas. — chillé un poco por sus palabras, era como una olla apunto de explotar.
Tal vez debía dejar de juntarme con Phosphora. O con Dark Pit. O con cualquiera que tuviera la conciencia sucia.
—Está bien, lo soy... — arrastré las palabras, avergonzado.
—¿Ves? — la yema de su dedo índice tocó la punta de mi nariz, y finalmente tomó su distancia. — Ya estás curado, pequeño Pit.
Desorientado salí de ahí, apretando los puños hasta el punto que se pusieran blancos. ¿Por qué era tan miedoso? Solo tenía que ir, declarárseme, que pasara lo demás y ya.
Llegué a una conclusión. Bueno, tal vez así eran los demás, pero yo no. Si tan solo me diera la oportunidad, vería que yo soy el indicado, nadie más la trataría como yo lo hago... nadie la trataría con tanto cuidado y amor. Era egoísta pensar así, pero no es que estuviera equivocado. Todos la observaban con morbo, con ojos saltones, en su amabilidad veían coqueteo y confundirían simples movimientos con cosas sucias.
«Basta», me dije. No quería pensar así, no quería llenar mi cabeza de malas ideas, no quería. Solo quería que este amor rindiera frutos, que todo esto fuera para mejor.
Pronto me declararía. Practicaría lo necesario frente a un espejo, y simplemente lo haría. Solo esperaba que nadie me descubriera hablando solo o se percatara del singular nerviosismo que experimentaba al estar frente a ella.
