Chapter 10: Where my demons hide

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"Si tenemos derecho a vivir, tenemos derecho a morir"

- Dazai Osamu

Cuando vives con lo mínimo, viajar no es más que un sueño o un verbo sin valor, por eso precisamente es que Atsushi pocas veces en su vida se había movido de viaje por el país

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Cuando vives con lo mínimo, viajar no es más que un sueño o un verbo sin valor, por eso precisamente es que Atsushi pocas veces en su vida se había movido de viaje por el país. Tiene recuerdos vagos de algún viaje con sus padres, pero ya a estas alturas de la vida no sabría ni decir a dónde fue, solo podría acertar diciendo que no fue muy lejos de Yokohama. Por eso aceptar este viaje con Dazai a la prefectura de Kumamoto, la isla más al sur de Japón, era una experiencia casi completamente nueva para él.

Salieron desde el aeropuerto de Yokohama, en primera clase por supuesto (obvio si se trataba de Dazai) y de ahí llegaron al aeropuerto de Kumamoto. No se detuvieron en ninguna zona urbana a turistear, para urbanismo ya tenían Yokohama, en la salida del aeropuerto les estaba esperando una limusina negra encargada por Dazai y tras montar en ella, en aproximadamente unos 80 minutos, ya estaban en la zona natural perteneciente al onsen.

El olor a humedad y el sonido del agua emocionaron de una manera infantil al inexperto viajero de Atsushi así que bajó la ventanilla de la limusina y observó con los ojos bien abiertos el río al lado del cual estaban pasando.

— ¡Es un río!

— Es el río Tanohara, ¿lo conocías?

— Mmm... no — se alejó de la ventanilla, subiéndola — No he salido mucho de Yokohama.

— Eso es una pena.

— No tengo dinero para viajar.

— ¿No? Seguro que con lo que te estoy dando yo por nuestros momentos juntos te puedes permitir un viaje.

— Tal vez — aunque la idea de viajar le era agradable, no expresó mucha ilusión, porque, ¿con quién viajaría? ¿Solo? ¿Con Tanizaki que le había hecho sentirse de menos? No le apetecía pensar en el chico ni en la bronca que le caería cuando volviese a Yokohama.

— Ya estamos aquí.

Las palabras de Dazai hicieron que se asomase de nuevo por la ventanilla, solo que esta vez se limitó a observar el panorama detrás del cristal. El coche había acabado aparcando en lo que parecía la entrada de una lujosa finca en aquella zona rodeada de naturaleza. Tan absorto estaba fijándose en la vegetación de la zona que no se percató de que Dazai había bajado, solo lo hizo cuando la puerta de su lado se abrió y Dazai se dejó ver ahí fuera, tendiéndole la mano para ayudarle a salir. Conectaron miradas por unos segundos y tras un pequeño suspiro, Atsushi tomó su mano y dejó que le ayudase a bajarse.

— Lleva nuestras maletas — ordenó con calma al chófer que simplemente asintió con la cabeza y se limitó a cumplir aquellas órdenes — Nosotros tenemos que entrar para registrarnos, Byakko.

— Vale.

El albino avanzó detrás del mayor, observando como algo nuevo todo ese entorno natural lleno de calma y vegetación. Se veía como el lugar perfecto para relajarse y maldición, necesitaba eso como el respirar. Dazai llegó a la recepción y mientras rellenaba algunos documentos de entrada, Atsushi se quedó parado en uno de los lados mirando con fascinación una enorme pecera.

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⏰ Última actualización: Jul 22 ⏰

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