Chapter 8: Chained to the Fake

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El casino estaba tan ruidoso aquella noche. Las camareras moviéndose de un lado a otro con bebidas, las máquinas tragaperras haciendo pitidos insoportables, la ruleta girando y girando hasta que la bolita se parase en uno de los colores, negro o rojo, los dados chocando contra la mesa, los ganadores festejando y los perdedores lamentándose. Hay muchos vicios y el juego es uno de ellos.  

— Venga, venga — un hombre mayor, algo pasado de kilos y con una calvicie incipiente agitaba en sus manos los dos dados antes de por fin lanzarlos sobre la mesa. Estos estuvieron rodando un tiempo, cambiando de números hasta que se pararon finalmente sobre aquella mesa verde, ambos eran un tres, lo cual significaba que había conseguido sacar un seis duro.

— Seis — el crupier movió las fichas apostadas hacia el hombre que acababa de lanzar, algunos festejaban y otros maldecían su mala suerte.

— ¡Hoy estoy en racha! ¡Jajajaja! — abrazó la montaña de fichas que había conseguido en aquel ridículo juego, pero al que le había acabado dedicando demasiado dinero y tiempo — ¡Camarera, una copa, el mejor whiskey que tenga!

— Marchando.

Otra ronda empezaba y el crupier pedía colocar las fichas sobre las apuestas. El hombre comenzó a colocarlas energéticamente hasta que sintió como una chica joven se sentó a su lado. Sus ojos se acabaron yendo inevitablemente hacia aquella figura delgada y esbelta, con un largo y hermoso cabello oscuro recogido en un moño salvo por un largo mechón que caía sobre su rostro. Su apretado vestido negro mostraba su espalda abierta y le regalaba unas encantadoras vistas de su escote. Se quedó mirando embobado hasta que la señorita le dedicó una sonrisa que hizo que se sonrojara.

— Parece que te va bien esta noche — la dama, de una dulce y encantadora voz, le habló.

— Eh... sí, eso parece. Esto... ¿quieres tomar algo?

— Una copa de ginebra estaría bien.

— Gi-ginebra... ¡Ca-camarera! Una copa de ginebra.

— Gracias — la chica le sonrió y con eso sintió que su corazón se detenía. Maldición, ¿cuántas veces se te para una dama tan hermosa al lado para hablar contigo? — ¿No seguirás jugando?

— ¿Eh?

— El juego — señaló la mesa con la cabeza.

— Ah, sí, claro.

Recogió de nuevo los dados y los lanzó. El número al que apostó volvió a salir y festejó en voz alta. Su logro no fue pasado por alto por la chica.

— ¡Increíble, ganaste de nuevo! Debes ser un hombre muy afortunado.

— Sí, me considero alguien con suerte.

— Jajajaja.

La chica rio y eso solo hizo que su corazón latiese más fuerte. Durante un rato más, estuvo jugando en la mesa, incluso cuando la camarera trajo sus bebidas. Agradeció a su suerte, pues sus victorias solo conseguían que la encantadora, pero desconocida dama, se fijase más en él. Quien sabe, tal vez esta noche acabase por todo lo alto.

— Argh, maldición — un nuevo turno de juego comenzó, pero no jugó.

— ¿Qué ocurre?

— Creo que me estoy pasando bebiendo — y aun así, pegó otro trago a su bebida.

— No creo que pase nada porque te retires del juego, ya tienes mucho ganado — dijo refiriéndose a las numerosas fichas que había acumulado.

— Sí... tal vez deba retirarme un poco y hablar contigo. Vamos, cuéntame, como te llamas.

Bloody Lovers [DazAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora