La Princesa del Invierno: II El Saneamiento de Winterfell

2. Val

Habían pasado ya varios días desde la partida, eran los mismos que llevaba Jon de no hablarse con Val. En un principio a ella no le resultaba novedad alguna poder conocer las tierras ubicadas más al sur, pues estas no se diferenciaban mucho del otro lado, salvo por la ausencia de mamuts, gigantes, gatosombras o gente como ella. A parte de eso procuraba mantenerse próxima a Jon, de quien notó el deje de inquietud cuando Val lo miraba con una expectación diferente. De alguna forma esa actitud de Snow, más que disuadirla parecían incrementar su interés por el ex lord comandante. En alguna ocasión la presencia de Toregg resultaba impertinente para los intereses de Val por interactuar con Jon. «Debe ser por Toregg que lord Snow me ignora, y no quiere problemas por eso.» Pensaba Val, ya que cuando no estaba próxima a Jon, Toregg aprovechaba para tratarla, esperando desde luego tener su proximidad. Sin embargo, los flirteos del hijo de Tormund no parecían interesarle a Val, y pese a que le dejó claro su falta de interés en él aquel día fatídico para Jon, el salvaje no parecía perder la esperanza, o no le gustaba admitir que la competencia que representaba Jon no lo dejaba bien parado.

-Snow ni siquiera te determina.

Le escuchó decir una vez a Toregg, cuando estese percató de una mirada entusiasta que la salvaje le dedicaba a Jon cuando pararon en un vado a descansar.

Ala hora de distribuir las tareas, Jon prefería dirigirse a los salvajes más experimentados como Ygon, Howd y el Gran Morsa. Y solía enviar a Harle el Cazador junto con Howd el Trotamundos a hacer misiones de reconocimiento, donde también aprovechaban para cazar algo. O en lugar del Cazador, enviaba a Harle el Bello para la misma tarea, dada la enemistad que esos dos tenían. Jon también trataba con Toregg, pero solo con cosas relativas a cómo le estuviese yendo a Tormund en su viaje a Casa Austera, o cómo estaba su gente en Escudo de Roble. Val no podía saber si en algún momento el ex cuervo y Toregg hablasen de ella. En vistas de la actitud de Jon, podía deducir que este quizás alentase a Toregg a no desistir de ella. Como fuese, Val sentía que el tiempo de tanto ignorarla ya era demasiado, y cada vez que reanudaban las marchas trataba de ver cómo se ponía a la altura de Jon. «¿Todos los norteños son tan parcos como tú, Jon?» Se preguntó Val, dado que ella no dejaba de ser una mujer jovial. Pero aquel norteño terminaba siendo algo particular que no quería dejar pasar. Jarl había sido un buen compañero y amante, quizás porque compartiera más en común con él que con cualquiera que hubiese conocido. Pero las cosas cambiaban con Jon, quien logró despertar un sincero interés en Ygritte, pese a que ella era similar en actitud a Val, no así en las cabelleras, habiendo sido Ygritte de fuego y ella de sol. Y el interés de Val no solo parecía ser de curiosidad,extrañeza o alguna otra cosa. En el fondo ella quería sentirse molesta de permitir que eso la embargase, pero extrañamente no era así, y por eso creyó que era una carta blanca el seguir con interés a lord Snow.

Finalmente, durante la marcha ella logró ubicarse al lado de Jon. Este durante un buen trecho se negó a dirigirle su mirada. Val rio para sí ante esa actitud y procuró seguir a la altura de él para ver si finalmente se iba a dignar en reparar en ella «Olvidaba cuan orgulloso podías ser.» Y así siguió todo, hasta que Val le contempló y vio que Jon reparó en ella con un semblante de no saber qué hacer. Pero Val le respondió con una sonrisa maliciosa.

-Eres la mujer más terca que he conocido. -Decía Jon mirando adelante.

-Gracias, mi señor. No sabe cuánto ansiaba oírle decir algo agradable. -Val sonaba con tono de broma.

-Te debo mucho, pero tú a mí muy poco ¿por qué haces esto?

-Lo sabes muy bien, lord Snow.

-¿Qué hiciste con tu Monstruo?

-Me tomé la molestia de llevarlo nuevamente a Túmulo Largo. Por lo menos sabré que estará a salvo con las mujeres de las lanzas más que con cualquiera en el Castillo Negro. Algunas de las chicas ya se han encariñado mucho con él.