"Reencuentro" parte 2

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¡¡ERA LA PRINCESA ELIZABETH!! No lo podía creer, llevaba días desaparecida y ahora estaba aquí

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¡¡ERA LA PRINCESA ELIZABETH!! No lo podía creer, llevaba días desaparecida y ahora estaba aquí.

—¡NO PUEDE SER!— no pude evitar exclamar mientras me acercaba.

—¿La conoces?— preguntó el rubio a mi lado mientras miraba a la princesa.

—¡Claro que la conozco! ¡Es la princesa Elizabeth! ¡Lleva días desaparecida!— explique aún asombrada. —Pero, ¿Qué hace aquí?—

—¿Esta chica es una princesa?— preguntó Hawk acercándose después de perder el miedo.

—Bueno, al cuarto de los desmayados— bromeó el rubio para cargar a la princesa aún con armadura.

—¿Quieres que te ayude? La armadura se ve pesada— me ofrecí poniendo una mano en mi pecho, pero él la cargaba como si fuera un trozo de papel.

—No gracias— contestó, —Mejor ábreme la puerta por favor— dijo con cara chivi mientras subía las escaleras con Elizabeth en brazos.

—¡Si! ¡Ya voy!— corrí a adelantarlos y abrí la puerta de la habitación en la que había despertado.

El chico y yo le quitamos la armadura por completo a la princesa, ella se veía cansada, aunque en perfectas condiciones, a diferencia de mi, no tenía ni un raspón.

El rubio la admiró un momento mientras yo aguardaba con Hawk al lado; se supone que me iba a ir, pero ahora con la princesa por fin aparecida no podía simplemente irme, los caballeros sacros la buscaban. Pensé un momento en la amabilidad del chico, sería que cuidaba a todos los que llegaban y se desmayaban en su taberna? No eran celos, sino más bien una simple duda.

—Entonces es una princesa, ¡Genial! ¡Otra chica!— exclamó Hawk emocionado.

—Comprobemos— dijo el rubio con una mano en el mentón.

—¿¡Que!?— preguntó el cerdito. Al segundo siguiente el rubio se encontraba dando vueltas al rededor de la princesa.

—Un rostro dulce, unas curvas, esa fragancia- dijo y acercó una de sus manos a un seno de la chica, para comenzar a aplastarlo, — Y tiene suavidad— dijo descaradamente, yo no le podía creer.

—¡¡Suéltala depravado!!— le grité, — ¡¡Mas te vale que no ayas echo lo mismo conmigo!!— lo amenace con los puños apretados.

—Pues no, pero si quieres lo hago— dijo con una sonrisa pícara mirándome de arriba a abajo, soltó a la chica y en apenas un segundo estaba en frente de mi, sentí como aplasto uno de mis pechos y al instante le di un fuerte puñetazo en la cabeza.

—¿¡QUE CREES QUE HACES!?— maldito cerdo, como se atrevía a tocar a una mujer así, sobretodo cuando acababa de conocerla.

—¡Hay! Me dolió— se quejó el rubio sobándose le chichón que le había dejado en la cabeza.

º Mi Fortaleza º  MeliodasxtnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora