La aldea Banya

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Narra Tn

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Narra Tn.

Era el mismo día desde que me había unido a la búsqueda de los siete pecados capitales, ya llevábamos unas horas de viaje, y entonces el rubio nos entregó a la princesa y a mi unos trajes bastante, exhibidores, constaban de una blusa corta color rosa sin mangas con un corbatín color azul marino, junto con una mini falda y una media que llegaba hasta arriba de la rodilla del mismo color, un cinturón café de cuero, y unos zapatos de colores desiguales.

-Oigan chicos, ¿Para qué es la ropa?- dijo la princesa tímidamente después de cambiarse y salir a la planta baja de la taberna.

<<Me siento exhibicionista>> pensé parada a un lado de la albina.

-Es el uniforme de la taberna- respondió el rubio alzando un pulgar.

-Este tonto no disimula sus perversiones- comentó Hawk.

-Si es el uniforme de la taberna, entonces ¿Por qué no lo usas tú también Meliodas? Después de todo como el dueño deberías poner el ejemplo-. Bromeé con una sonrisa sadica y él hizo un gesto de indignación, el cerdito rió.

-Entonces ¿Quieres que recolectemos información sobre los Siete Pecados Capitales mientras servimos las mesas?- pregunté mientras Meliodas daba vueltas al rededor de Elizabeth.

-Eh información sobre los caballeros sacros- agregó el rubio para luego levantar la falda de Elizabeth. - Tranquila, solo verifico que te quede bien- dijo calmado y luego me volteó a ver con la intención de hacer lo mismo.

-¡Ni se te ocurra tocarme maldito pervertido!- exclamé molesta.

-¡Idiota! Ya tenemos a dos chicas para atraer clientes, ¡No las ahuyentes!- lo regañó Hawk agarrándolo del pelo con los dientes.

-Disculpe Meliodas, pero, hay algo que quisiera preguntarle- le habló la princesa. Me sorprendía la educación con la que le hablaba, claro, yo habría echo lo mismo, pero ese tonto había perdido mi respeto en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Los Siete Pecados Capitales son tan terribles como dicen?- preguntó Elizabeth. -Si eso es cierto, ¿Qué crímenes ah cometido?-

-¿Qué crímenes dices?- dijo el rubio mirando hacia arriba, ¿Qué acaso no podía escoger entre tantos?

-Creo que el reino tiene una idea incorrecta sobre ustedes, después de todo, ¡Usted salvó mi vida aún sin conocerme!- exclamó la princesa, y tenía razón, él nos había ayudado mucho sin conocernos.

-La verdad, ¡Hace 10 años viajaba por Lionés robando todas las pantaletas que podía encontrar en mi camino!- contó Meliodas con descaro.

-Señor Meliodas, ¿Es broma verdad?- preguntó exaltada Elizabeth, yo si lo creía capaz.

-Obvio- respondió él. - De echo, la verdad es que toqué los senos de más de 1000 chicas en mis viajes- dijo mientras se rascaba la nuca.

º Mi Fortaleza º  MeliodasxtnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora