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Samantha ya no era una niña tímida

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Samantha ya no era una niña tímida. Así que no se molestó en ocultar el deseo que sentía por su novia; quedó claro en la forma en que sus labios se presionaron desesperadamente contra los de Ari en cuanto sintió que se despertaba.

—Por favor.—Murmuró una súplica.

Ari ni siquiera entendió todavía somnolienta. Pero los dedos que trazaban su piel y se colaban en sus bragas hablaban por sí solos, y se
limitó a asentir a lo que su novia quisiera hacer con ella.

Sin perder tiempo, la más joven estaba entre sus piernas segundos después, quitando el sueño del cuerpo de la mayor con una primera lamida;
separándole los labios del coño y enterrando su lengua entre ellos, encajando a la perfección.

Que te comieran a primera hora de la mañana siempre era una experiencia única; pasar del placer de dormir al placer del sexo era una sensación celestial. Pero si había algo que le encantaba a Ari era la desesperación evidente de una Rivers recién despierta. Era como volver al pasado, cuando no poseía realmente ninguna experiencia, sólo el deseo y el hambre de su novia apoderándose de sus actos, haciéndola correrse con torpes movimientos.

Los tres años que llevaban juntas le
habían enseñado a Rivers a complacerla, y Ari sin duda disfrutaba de la forma en que su lengua le conocía los lugares dulces y jugaba con su coño como si fuera un mapa que ya hubiera memorizado. Pero había algo que la ponía muy cachonda cuando Rivers se la comía adormilada. Tal vez fuera la forma en que la experiencia de la más joven parecía desvanecerse a causa del sueño y todo lo que quedaba era sólo
una cachorrita necesitada que se la comía torpemente, tan sedienta de ella.

La joven empezó a murmurar contra
su coño que se había despertado con
una erección en mitad de la noche y
que había tenido que contenerse para
no apartarle las bragas y meterle la
lengua en el coño, y luego murmuró
que estaba esperando a que Ari se despertara para probar por fin su  coño. La castaña sabía que las sucias confesiones no se debían a eso.

Con sueño o sin él, Rivers era sencillamente desvergonzada, expresando con tanta franqueza su deseo por Ari.

En cuanto terminó de hablar, su lengua volvió a lamer sus pliegues. El músculo húmedo lamió todos los fluidos que salían de ella, rozando su clítoris al final de cada lamida, como si estuviera comiendo helado. No se molestó en ocultar lo mucho que le gustaba su coño, tarareando suavemente mientras cerraba los ojos y se perdía.

Pero entonces oyó algo parecido a un
gemido entrecortado. Su mirada voló
hacia el rostro de la castaña, cuyos ojos ya evitaban los suyos con las mejillas sonrojadas.

― De-deberías haber utilizado mi coño mientras dormía....

Inmediatamente después de decirlo
Ari oyó un gemido débil, las manos
que separaban sus muslos se volvieron más duras y la lengua que rodeaba su clítoris se detuvo. Sus caderas se movieron automáticamente, buscando la estimulación, y estuvo a punto de quejarse. Pero entonces sus ojos
encontraron los de Rivers y la mirada
cargada y nublada por la lujuria hizo
gemir a Ari.

—Joder, bebé —su voz salió ronca.
Eso es tan caliente.

La chica bajó la cabeza en cuanto
dejó de hablar; su boca no quería
abandonar su clítoris, besando la
sensible perla.

Sus ojos se cerraron de nuevo, quedándose allí, sus labios
moviéndose muy ligeramente  mientras le daba placer a su novia con suaves y delicadas chupadas. La voz de Ari salió temblorosa, con los dedos de los pies curvándose. —Es... En realidad, es una de mis fantasías... ¿No te parece raro? —

—Te comería toda la noche —
respondió Rivers al instante, alzando
el rostro, con la voz bañada en
convicción. Unos ojos dilatados la
miraron directamente durante un
segundo, tal vez para hacer ver a Ari la sinceridad de sus palabras, antes de volver a bajar la vista. —Joder ya sabes lo obsesionada que estoy con tu bonito coño. —Murmuró en voz baja
mientras sus pulgares separaban sus
regordetes y suaves labios vaginales.
Observó, con los ojos brillantes llenos
de satisfacción, cómo los pliegues de
su coño brillaban ahora con su saliva
esparcida por todas partes.

—Lo sé... — Ari hizo un puchero,
cerrando los ojos mientras sentía
cómo su coño se contraía a causa de
la intensa mirada. —Aun así, no a
todo el mundo le gusta eso... Me daba
demasiada vergüenza.

La mayor sintió que el colchón se
hundía y entonces, una mano en su
mejilla. —Aw, mi bebé— sintió la suave voz de su novia acariciando su
oreja, sus labios en su mejilla y luego, en sus labios. Sus lenguas pronto se encontraron, haciendo que Ari se mareara de excitación.

Rivers era una besadora apasionada entre sus piernas, contra su boca. Movía los labios lenta pero apasionadamente, su lengua se
encontraba con la de Ari en
movimientos sensuales, y su voz se
unía con suaves suspiros o pequeños
gemidos. Permitió que su novia jugara
con su pelo y luego la interrumpió con la lengua, la mayor jadeó y enredó los dedos en el pelo de Rivers; haciendo que Ari se saboreara a sí misma.

La más joven no dejó de besarla
mientras agarraba su polla, frotando
la punta contra el clítoris de Ari. La
rubia mordió sus labios ante esto.
Sentía que su coño se contraía cada
vez que la polla de Rivers descendía
y presionaba contra su entrada,
burlándose de ambas, y estaba a punto de gimotear contra los labios de su novia para que la llenara ya.

Pero entonces, Rivers susurró con voz
sombría. —Si supieras la cantidad de
veces que he pensado en comerte este
coño mientras duermes, cariño. —

Ari no pudo contener el gemido
que salió de sus labios ante aquellas
palabras, el placer se duplicó cuando la menor decidió abofetear su coñito con su polla un par de veces. Los sonidos húmedos seguidos de los gemidos de ambas chicas eran sucios; la imagen de la dura polla de Lisa descansando entre la húmeda raja de Ari era sucia. Pero tal vez, los deseos de Rivers eran más sucios.

—¿Me dejarías follarte también?—
Murmuró, sus frentes tocándose.

Ari abrió los ojos, encontrándose
con los de la joven cerrados, tal vez
para ocultar el fuerte deseo que
reflejaban, para no presionar a Ari, Rivers sabía lo débil que era por sus ojos. Sin embargo, la rubia seguía siendo débil por la forma en que se veía tan destrozada; Rivers tenía los labios hinchados, rojos y brillantes de saliva, el pelo revuelto por la forma en que las manos de Ari lo había recorrido, los hombros subiendo y bajando en una pesada respiración.

Se reprimió otro gemido, sintiéndose
ya tan necesitada, intentando no derrumbarse con la idea de
despertarse con la polla de Rivers
dentro de ella, o tal vez con su semen
goteando de su coño, siendo utilizada
y olvidada como si sólo fuera un
agujero que follar, para satisfacer las
necesidades de su novia. Su clítoris
palpitaba de necesidad.

—S-Sí — contestó a duras penas, con
los ojos llenos de lágrimas. —Puedes
follarme cuando quieras, incluso si estoy durmiendo. —

Y movió las caderas, logrando que la
polla se introdujera en su agujero.
Ambas gimieron, la punta hundiéndose en aquella deliciosa estrechez, ya succionándola.

Rivers abrió los ojos, y se encontró con los vidriosos de Ari, a su merced.

— Solo usa mi coño como te plazca.

𝙉𝙄𝙂𝙃𝙏𝙏𝙄𝙈𝙀 ★| ʀɪᴠᴀʀɪ ɢ!ᴘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora