IV

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Rivers no sabía si prefería no poder dormir por su calentura o por pensar demasiado, que era exactamente lo que estaba haciendo ahora

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Rivers no sabía si prefería no poder dormir por su calentura o por pensar demasiado, que era exactamente lo que estaba haciendo ahora.

No pudo evitar pensar en lo que había dicho su novia. Más allá de los kinks que aún le avergonzaba admitir, era la chispa de ilusión lo que la inquietaba.

Porque la imagen de Ari lactando iba de la mano con la idea de un niño en su vientre, y eso, con la promesa de una familia. Un sueño lejano que hacía que cada fibra de su ser se ablandara; la imagen del amor de su vida con un bebé en brazos, fruto de su amor, era suficiente para llenar su pecho de un calor inexplicable que sólo la palabra 'hogar podía abarcar.

En algún momento no se permitió soñar, presa de inseguridades nacidas de una libido elevada que no aceptaba y que entraba en la categoría de perversión y pecado. Pensar en sí misma como alguien capaz de ser una buena madre era una fantasía, una mentira en la que no se dejó caer.

En medio de una espiral de recuerdos y sentimientos, los ojos de Rivers se movieron hacia su costado, suavizándose al ver a su amante durmiendo plácidamente. Se preguntó, entonces, si Ari tendría idea de cuánto la había ayudado.

-Hey.

La voz de Ari la sacó de sus pensamientos, sorprendiéndola. Los ojos de la chica se abrieron de repente, fijos en ella. —¿No estabas durmiendo...?— La mayor sonrió: —Puedo sentir tu mirada, cariño.—

Un tenue rojo floreció en sus mejillas, junto con una sonrisa traviesa.— Ups. Lo siento, amor.—

Ari no pudo evitar darle un beso de esquimal y besó su cara sonrojada, sonriendo ante la risita de Rivers y luego enterrando la cara en su cuello, acurrucándose contra la más joven.— ¿En qué estabas pensando? Parecías perdida en tus pensamientos....

Con los labios de Ari haciéndole cosquillas en la piel y el calor de su cuerpo abrazándola, Rivers se perdió en el espacio, como hacía cada vez que pensaba demasiado en la vida. Viajaba entre planetas y universos y se preguntaba en cada estrella –cómo es posible. – Sentir así, amar asi. Estar en los brazos de alguien y darse cuenta de que sus cuerpos encajan a la perfección, y luego pensar más profundamente en ello y lagrimear cuando una epifanía tocaba su corazón; sus mentes, corazones y almas –todo su ser parecía estar hecho la una para la otra. Era sobrecogedor, igual que cuando pensaba en lo grande que es el universo y se sentía completamente pequeña e insignificante, sólo otro polvo cósmico que de algún modo adquiría conciencia. Aquí, en los brazos de Ari, se sentía demasiado pequeña para este amor.

Quizá debería dejar de ver películas románticas, pensó Rivers con una timida sonrisa.

Pero el río de pensamientos no parecía querer detenerse y empezó a viajar a través de los altibajos que habían tenido estos tres años juntas, o incluso más si contaba sus cinco años de amistad. Descubrió, entonces, que incluso en esas tontas peleas y problemas por los que habían pasado, al final del día, veia la mano de Ari entrelazada con la suya, y siempre se sentía bien. Sí, quería seguir caminando de la mano de aquella preciosa chica que la abrazaba como un koala.

Y aquella pregunta, que ya había aparecido entre charlas y bromas, esta vez resonaba en su cabeza con voz seria.

¿Quieres casarte con ella?

Y no pudo evitar la sonrisa gigante que floreció en su cara, quizá parte del amor desbordante que sentía en su pecho, desbordado.

Sí, un trillón de veces sí. —¿Bebé? —

La mayor se sobresaltó cuando Rivers le agarró la cara bruscamente, mirándola fijamente con una mirada intensa.

—Ari, amor, ¿quieres...? —

Ella se detuvo de inmediato.

No, ¿en qué estás pensando, Rivers?

Se reprendió a sí misma. Era una propuesta de matrimonio, algo increíblemente especial. ¡No poda decirlo as como si fuera una de sus confesiones de amor al azar! Además, eran muy jóvenes, pero a la mierda, de verdad. Ni que tuvieran que casarse este año o algo así. ¿Pero ella tenía un anillo? Ah, ella debería conseguir un trabajo a tiempo parcial, los ingresos de sus padres no serían suficientes para comprar uno decente.

—Uhm, cariño? ¿Estás bien...? — Ari trató de hablar con dificultad por las grandes manos de Rivers que aplastaban sus mejillas.

Rivers reaccionó, riéndose al ver a la mayor y la soltó.

Le dejó un beso en los labios. —Nada, cariño. Sólo te amo. Mucho. Espero que lo sepas.— Dijo Rivers, cerró los ojos, sintiendo que el momento la absorbía. Acercó aún más a Ari, relajó la barbilla sobre su cabeza. Ari está tan cerca de ella, apegada a ella, pero aun así quiere estar más cerca, quiere pegarse a ella para siempre o ser parte de Ari, suena tan espeluznante, pero así no tendrá que cuidar, ni preocuparse por nada en absoluto, solo Ari y ella. Rivers siempre deseó algún día construir una nave espacial, se llevaría a Ari con ella y volaría a la Luna, o a la Vía Láctea, a cualquier lugar donde no hubiera nadie más, sólo ellas. Si pudiera alejarse de todo el mundo, tener su propio planeta con Ari, serían tan felices.

Y era imposible que Ari no lo supiera. No cuando Rivers siempre había sido dolorosamente sincera en palabras y acciones, sus espontáneas expresiones de amor parecían más bien un ataque al pobre corazón de Ari que permanecia vulnerable en manos de Rivers.

𝙉𝙄𝙂𝙃𝙏𝙏𝙄𝙈𝙀 ★| ʀɪᴠᴀʀɪ ɢ!ᴘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora