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Habían pasado 3 semanas desde que Rivers empezó a trabajar

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Habían pasado 3 semanas desde que Rivers empezó a trabajar. Aunque sólo era un trabajo a tiempo parcial, combinado con el gran grano en el culo que era la universidad, era suficiente para que la joven apenas tuviera tiempo para estar con ella.

A pesar de que la primera semana, tras experimentar la evidente ausencia de su amante, Ari se había dicho a sí misma que era cuestión de acostumbrarse. Mentiría si dijera que este gran cambio en sus horarios no había afectado a su relación. No en el sentido de que el amor hubiera desaparecido o de que ahora dudara de Rivers.

Simplemente la echaba de menos.

Ya había perdido la cuenta de la cantidad de mimos que Rivers le debía, de los capítulos pendientes que tenían para ver en Netflix, y de aquellas tardes que pasaban simplemente tumbadas en la cama y besándose... Ahora eran impensables.

Ari sabía que momentos así llegarían tarde o temprano. Después de todo, se graduarían y tendrían que buscar trabajos a tiempo completo; la vida adulta y todas esas cosas. Pero parece que su preparación mental no había servido de mucho.

Ahora intentaba aprovechar al máximo los momentos en que estaban juntas.

Era duro, sobre todo cuando Rivers volvía a casa y el largo suspiro que emitía bastaba para comprender lo agotada que estaba. Era de esperar; la menor se había apuntado a varios cursos, sin contar con que conseguiría trabajo a mitad de curso. Los profesores no tenían piedad con sus tareas y exámenes, todo estudiante lo sabía y ahora ella tenía mucho menos  tiempo que antes para estudiar.

Sin embargo, mientras la melodía del corazón de Rivers parecía sonar entre altavoces, la de Ari se acercaba más a un susurro. Los pequeños gestos ocultos en la vida cotidiana y la suavidad de las caricias sutiles eran su lenguaje.

Tiempo atrás, cuando sólo eran dos mejores amigas inconscientes, algunos compañeros de clase murmuraban sobre ellas y pronosticaban, como meteorólogos mediocres, días nublados y un amor no correspondido por parte de Rivers. Ari nunca pretendió que su amor fuera un dulce secreto que sólo Rivers pudiera ver en sus ojos.

Para esta última, sin embargo, los ojos de Ari hacían tanto ruido como los suyos.

Rivers se sentía amada, y nada más importaba.

Y era el amor suave y curativo de Ari, el que daba la bienvenida a una Rivers cansada después de un largo día. El suspiro agotado se convirtió en uno de alivio cuando los dedos de Ari se deshicieron de los nudos de su espalda, su tacto dejó cosquillas en su piel. Sus besos silenciosos eran apreciados por la más joven, sobre todo después de una tarde estresante llena de gritos de un jefe con mal genio.

La rubia ocupó el espacio vacío entre los brazos de su novia y encontró consuelo en el calor de sus cuerpos juntos. Uno que no podía encontrarse en una manta, como la que ponía sobre los hombros de Rivers cuando se quedaba hasta tarde para terminar un encargo, o en un café, como el que preparaba para mantenerla despierta en la larga noche que la esperaba.

𝙉𝙄𝙂𝙃𝙏𝙏𝙄𝙈𝙀 ★| ʀɪᴠᴀʀɪ ɢ!ᴘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora