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𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐁𝐋𝐀𝐌𝐄 𝐌𝐄 Capítulo 15
Dejar fuera de combate a aquellos soldados me llevó menos tiempo del que realmente pensaba, lo cuál fue maravilloso y una putada a partes iguales; maravilloso porque me dieron toda la información rápido y una putada porque estaba tan lleno de rabia, ira y rencor, que necesitaba desquitarme de alguna forma.
Por lo que pude sonsacarles, una chica llamada Kara, que vivía en la primera casa del camino al pueblo, fue la que envenenó a Lizzie y la llevó a dónde quiera que esté ahora. ¿El propósito? El Rey tenía pensado entregarla al Gobierno Mundial para cobrar la cantidad que dan por su cabeza y así enriquecerse más todavía a costa de su dignidad, orgullo y muy probablemente para que le den un puesto que lo lleve a poder pisar Mary Geoise... Como persona que se ha intentado colar allí, no era un sitio que mereciese la pena.
Cuando llegué a la casa, había que hacer uso del factor sorpresa, por lo que ni me molesté en llamar a la puerta. Simplemente le pegué una patada, rompiendo las bisagras y haciendo que la puerta cayese hacia un lado.
El interior de la casa era pequeño, pero bastante confortable, y allí, recogiendo la cocina como si nada hubiese pasado, iluminada bajo la luz de unas velas, estaba Kara, la responsable de todo lo que estaba pasando. No le di tiempo a que pudiese actuar, simplemente me moví con la mayor rapidez posible mientras los restos que quedaban de mi propia personalidad se disolvían con el paso de las horas.
—¡Kara! —rugí fuerte. Nunca había visto mi voz de esa forma, tan grave, tan dolorosa, tan llena de ira—. ¿Dónde cojones está Liz?
Dio unos pequeños pasos para quedar atrapada entre mi cuerpo y la pared. El suyo tembló mientras el mío estaba tenso. Sentí la pena por un instante, su cara... Pensé que se iba a poner a llorar, pero no podía sentir ningún tipo de piedad. Podría ser una estratagema para hacer conmigo lo mismo que hizo con ella.
—Ace... yo... —La chica intentaba hablar, pero parecía que las palabras se quedaban atascadas en su garganta—. Yo no quería...
—¿No querías? —Di un puñetazo en la pared, lo suficientemente cerca como para asustarla, pero no para poder herirla—. Los guardas dijeron que la envenenaste y después la entregaste al puto Rey que está en esta isla —respiré con toda la fuerza que tenía, no era capaz de controlarme por mucho más tiempo—. No vengas a decirme que no querías.
No me gustaba esa parte de mí. Nunca me había gustado. No mucha gente la conocía. Esta parte era veneno, era como si dejase fluir la sangre del demonio que tantas veces me habían repetido cuando era pequeño. Cuando todavía estaba en Foosha, perdí los nervios y sin querer, le mostré ese lado oscuro a Liz, no se asustó. Ella simplemente se acercó a mí, envolvió el puño que me sangraba con un trozo de su vestido y me llevó a casa. Nunca lo mencionó y me prometí a mi mismo que Lizzie, mi pequeña flor, nunca volvería a verme así.
