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𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆𝐒 𝐀𝐑𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐍𝐆𝐈𝐍𝐆 𝐅𝐎𝐑 𝐔𝐒 capítulo 13
Odiaba a Ace cuando se ponía en plan paternalista.
Sé que no dudaba de mi fuerza, si no que quería protegerme, pero nadie puede protegerte cuando estás en el mar y eliges la piratería como rumbo.
Odiaba a Ace cuando dejaba implícito que él sabe más que yo acerca del mundo que nos rodea.
Y no lo dudo, él salió hace tres años al mar, ha vivido cosas que yo no y se ha enfrentado a muchos más peligros, pero no soy tonta y puedo sobrevivir y protegerme sin necesidad de tenerlo cerca. Lo he hecho durante todo este tiempo y lo seguiré haciendo.
Pero sin duda, odiaba a Ace cuando nos enfadábamos, porque eso nunca nos llevaba a buen puerto.
La última vez que nos enfadamos tanto, fue cuando Luffy se metió en problemas con unos nobles. Ace reprendió a Luffy y yo lo defendí. Estuvimos sin hablarnos durante dos semanas y todo el mundo notaba que algo pasaba. Tuvo que llegar el abuelo y darnos un buen coscorrón para que arreglásemos las cosas. Lo malo es que ahora el abuelo no estaba con nosotros y si ninguno admitía su error... Joder, éramos demasiado cabezones.
—Deja de mirarme así —le dije al gyokuken—. No me voy a disculpar.
El animal hizo un pequeño ruido, como si hubiese resoplado desesperado.
—Es un cabezón. Siempre tiene que tener la razón con todo.
A un par de metros, se encendió una luz que llamó mi atención. Miré hacia el cánido y con un gesto de cabeza, ambos fuimos hasta allí.
Aquel sendero era el inicio de un pueblo y en la primera casa, había una chica de mi edad aproximadamente que lloraba desconsolada en las escaleras del porche. Daba la impresión de que le había pasado algo, y quizás eso pudiese ayudarme a saber que estaba pasando.
—Oi, ¿estás bien? —pregunté acercándome a ella.
—Sí, gracias por preocuparte —se limpió las lágrimas y me dedicó una sonrisa débil—. Soy Kara.
—Liz —respondí antes de darme cuenta de que el gyokuken se había acercado a la chica—. Él es Jade —la chica empezó a acariciarlo y el cánido se dejó completamente. Perfecto, eso es que esa chica no suponía ningún peligro en un principio—. Por cierto, ¿podrías decirme como se llama esta isla?
—Es la isla Miracle.
Vale, estábamos en la isla de la que hablaba aquella carta, perfecto. Una cosa menos por buscar. Ahora necesitaba saber toda la verdad de ese sitio para poder calcular mis próximos pasos. La chica se movió al interior de la casa y me hizo un gesto para que entrase con ella.
