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𝐈𝐍𝐕𝐈𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄 𝐒𝐓𝐑𝐈𝐍𝐆 capítulo 5
—Ven anda.
Ace tiró de mi mano y me llevó a dónde la arena estaba más plana. Me quitó la manta que tenía en los hombros y la estiró perfectamente en el suelo. Volvió a coger mi mano y me hizo sentarme a su lado. Nos acostamos en la manta y nos quedamos viendo las estrellas, en completo silencio.
Desde que era una cría, me habían cautivado las estrellas. Mi plan favorito en las noches más despejadas era tirarme en el campo y pasar horas viéndolas. Como todo en mi vida, llegó un momento que Ace empezó a hacerlo conmigo, y adoraba que lo hiciera, porque me contaba historias sobre aquellas constelaciones.
Si me paro a pensarlo un momento, una de las cosas que más me gustan de Ace, son sus pecas. Y es que, parecen la representación en la tierra de un perfecto mapa estrellado, formando sus propias constelaciones llenas de vida e historias.
—¿Hace cuanto que no hacíamos esto? —pregunté sin apartar la vista del cielo.
—Mmm... ¿Desde el cumpleaños de Dadán?
Ace giró la cabeza para ver mi reacción a sus palabras. Me reí tan fuerte que mi risa retumbó entre las rocas que sobreguardaban el lugar y Ace tuvo que taparme la boca con la mano para no despertar al resto.
—Perdón, perdón —murmuré cuando mi boca quedó libre de nuevo—. Creo que fue el mejor cumpleaños de Dadán.
—Nosotros nos lo pasamos muy bien sin duda, ella creo que no tanto...
—Por una vez que quisimos hacer algo bonito por ella... —chisté con indignación antes de volver a formar una sonrisa en mi cara—. Siempre me encantaron las historias que te inventabas sobre las estrellas.
—Oh, pero eso tiene fácil solución, princesa.
Me dio un beso en la frente y empezó a divagar sobre las estrellas que se veían en el cielo.
Perdí la cuenta de todas las historias que me contó. Nos reíamos y me hacía preguntas para que la historia pudiese tener más consistencia, pero por primera vez me di cuenta de un detalle. La mayoría de historias eran trágicas y tristes, pero asombrosamente bonitas. Hablaban de amantes que no llegan a reencontrarse, familias que se perdían, recuerdos que se borraban... Me asustó que pudiese hablar de nosotros.
—¿Cuál es tu constelación favorita? —preguntó agachando su cara para mirarme—. Así puedo contarte una historia sobre ella.
