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—Todavía tenemos unos minutos, ¿Hay algo más que quieras que hablemos?

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—Todavía tenemos unos minutos, ¿Hay algo más que quieras que hablemos?

Sunghoon miró el reloj en la pared del consultorio de su psicólogo, llevaba ya un par de sesiones, pasando de culpar a todos a su alrededor por su actitud, por sus problemas a poder admitir pequeños errores y culpas que él había tenido.

Había de admirar el gran trabajo y esfuerzo que el pobre chico estaba haciendo.

—Aún no he podido pedir disculpas a mis amigos. Quiero hablarles pero no quiero obligarlos, pero tampoco quiero que nos graduemos y todo termine mal entre nosotros.

El Doctor Choi acomodó sus lentes. —Sunghoon, arreglar las cosas con tus amigos y con la otra chica, Yeseo, va a ser de las partes más complicadas de tu proceso, sin embargo, tarde o temprano vas a tener que hacerlo, ya sea que ellos te busquen cuando estén listos, o que un día tú mismo te acerques y ellos acepten escucharte. Tienes que darles tiempo, no fuiste el único lastimado en toda esta situación, así que solo trata de ser un poco paciente con ellos, pero no olvides que si fueron amigos fue por una razón, y tal vez, esta situación se resuelva más fácil de lo que ambos creemos.

—Gracias.

—No me agradezcas, te veré la semana que viene, cuídate Sunghoon.

El señor Choi abrió la puerta de su consultorio dejando salir al menor después de haberse despedido y haberle entregado un dulce, como ya era costumbre suya con todos sus pacientes después de sus sesiones.

Al otro lado de la puerta, Sunghoon se encontraba escribiendo un mensaje a su familia, avisándoles que había salido de su terapia, esperando que su madre le dijera que pasaría por él para ir juntos a comer algo. Realmente podría comerse una hamburguesa en ese momento.

En cambio, sólo recibió un mensaje avisándole que alguien más lo esperaba fuera del consultorio, otro deseándole buena suerte y un emoji de unas manos rezando.

¿Había mandado a uno de sus tíos? ¿O Yeji había decidido esperar por él para obligarlo a llevarla al cine? ¿Si era su hermana porque le deseaba buena suerte? ¿A quién había mandado su mamá?

—Ah, Sunghoon, ¿Ya terminó tu terapia?

Mierda.

No no, olvídenlo, esta era una oportunidad, Sunghoon podía hacer las cosas muy bien en este momento.

O podía decir algo mal y darle un final definitivo a su amistad con el americano. Pero era Jay, quien a diferencia de cierto australiano, no había tenido intenciones de agredirlo físicamente hasta ver cómo lo llevaban en una ambulancia.

Sunghoon respiró, contó hasta tres y volteó, agradeciendo mentalmente a su mamá por haber llamado a Jay, y estando aún más agradecido con el americano por no darle la espalda aún teniendo todas las razones para hacerlo.

𝐉𝐄𝐀𝐋𝐎𝐔𝐒𝐘 › sunghoon ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora