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Maratón 1/5

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Maratón 1/5

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Alana

La peor noche de mi vida.

Dormí horrible, las frazadas no hacían que el suelo se sintiera acolchonado, me dio demasiado frío y no paro de llover en toda la noche. Ahora solo está lloviznando y el clima está fresco.

Cheng me despertó hace unos momentos pues el despertador de su teléfono sonó, nos quedaban 15 minutos para reunirnos con el grupo, así que con mucho pesar tuve que organizar mis cosas que utilizaré.

En un pequeño estuche coloque mi shampoo, acondicionador, crema corporal, mi pequeña esponja y escondí mi ropa interior. Agarre también mi ropa; unos leggins negros, una blusa/top blanca con tres botones en la zona de escote y una sudadera azul cielo —la cual está sumamente calientita y me queda grande— también mi toalla y tenis.

Salí de mi tienda y con la toalla tape un poco mi ropa para que no se mojara. Desplace el cierre de la casa de campaña de Cheng —y recé para no ver nada turbio—. Estaba dormido.

—¡Hey!—con mi pierna lo toque un poco y Cheng ni sus luces—Cheng, no quiero llegar tarde—lo volví a mover y tampoco se movió.

Deje mis cosas en una esquina de su casita y puse mis manos en sus hombros, para después moverlo como maraca —muejeje—. Abrió sus ojos y solo se quejo.

—Dejame dormir—su voz salió más varonil y rasposa de lo normal.

—Vamos a llegar tarde—despues de moverlo por unos segundos por fin se digno a despertar.

Lo veía tomar sus cosas pues estaba sentada en su casa de campaña. Veía como tomaba sus cosas para higiene ¡Mi cepillo de dientes! Voy antes de que la lluvia se intensifique.

Ya que lo tomo vuelvo a ir a la casa de Cheng y me siento.

—¿Por qué no esperas afuera?—ni que fuera perro.

—no quiero mojarme—él volteo a verme.

—Pues ve a tu casa—niego con la cabeza.

—No quiero que se moje—le digo mientras veo como rebusca entre su maleta.

—Entonces ¿Quieres que se moje la mía?—que comes que adivinas.

—Aja—le digo en un tono alegre.

Veo como rueda los ojos y cuando toma sus cosas salimos y cierra su casa. Caminamos un poco rápido para no mojarnos con la lluvia y evitamos a toda costa pasar y pisar los charcos de agua.

Cuando llegamos ya estaban casi todos así que solo esperamos unos minutos antes de que la profesora hablé.

—Tienen 30 minutos, si terminan antes pueden ir a dejar sus cosas y descansar un poco más antes del desayuno—todos asentimos y nos metemos a las duchas.

Era como una cabaña, había sauna y jacuzzi. La zona de hombres y mujeres estaba separada y un pasillo era lo que los juntaba.

Me metí a una ducha y me quite mi pijama de gatos al igual que mi ropa interior. Prendí la regadera y el agua salió casi hecha hielo, estaba demasiado fría. Espere unos segundos para ver si salía agua caliente pero entre más pasaba el tiempo más fría estaba. Con mucho cuidado y miedo me metí bajo la regadera y tape mi boca para no soltar un grito. Ya que mi cabello estaba mojado apague la regadera y puse un poco de mi shampoo de frutillas, lo esparcí por mi cabello e hice espuma, gotas heladas caían en mi espalda haciendo que se me erice.

Ya que me enguaje el jabón del cuerpo y del cabello lo seco un poco con mis manos y me pongo mi toalla al rededor del cuerpo. Cuando salgo las demás chicas seguían en las duchas, busque entre mis cosas mi cepillo de dientes pero no había pasta dental —llora—.

—¿Tendrán pasta dental?—les pregunto a las chicas y ellas hacen sonidos en negación. Las chicas de aquí son reservadas.

Tendré que ir con Cheng. Mi cuerpo aún está mojado por lo que no puedo ponerme mi ropa, tomo firmemente mi toalla y camino al pasillo con sumo cuidado para no caer.

—¡Cheng!—le grito desde la puerta.

El sale con una toalla enredada en su cintura, dejando a la vista su cuerpo muy bien trabajado —La sangre de cristo tiene poder— su abdomen estaba marcado al igual que sus músculos muy bien definidos. Quitó mi vista de su cuerpo —aunque quiera seguir mirando—.

—¿Qué pasó?—volteo a ver su rostro y veo como me mira de pies a cabeza haciendo que me dé un poco de vergüenza.

—¿Tienes pasta dental?—él asiente para después ir a traerla.

—Gracias—me voy rápidamente de ahí y entro a los vestidores de mujer.

Lavo muy bien mis dientes y guardo las cosas para después meterme a un vestidor y comienzo a cambiarme. Ya que estoy lista pongo la toalla en mi cabeza para que se seque mi cabello.

Salgo y veo en el pasillo a Cheng. Él me ve y salimos.

—Tenemos cuarenta minutos para dormir—caminamos lo más rápido que podemos para no mojarnos pues la lluvia había intensificado un poco.

Cada quien entra a su casa de campaña. Dejo mis cosas y abro mi maleta para sacar mi desodorante y perfume, me echo un poco y saco mi poco maquillaje, pero no tengo un espejo.

Salgo de mi casa con el estuche y me meto en la de Cheng, quién está acomodando sus cosas.

—¡Hola amiguito! Ten tu pasta dental—se la entrego y me le quedó mirando.

—¿Qué quieres?—voltea a verme así que sonrió.

—Me prestas tu teléfono.

—No—rapidamente niega.

—Por favor, no tengo en donde verme—le enseño mi estuche y después de insistirle el asiente.

Me aplicó rápidamente mi corrector, después mi máscara de pestañas transparente y por último un poco de tinta para labios.

—Listo—le entrego su teléfono y veo como traga saliva.

—te ves igual de fea—esta bien, casemonos.

—Aww, gracias—le sonrió falsamente.

—Aww, gracias—le sonrió falsamente

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𝐌𝐈 𝐁𝐄𝐋𝐋𝐎 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋       | Cheng Lu   ᵏᵏ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora