Lewis y George habían construido un amor tan fuerte que parecía desafiar a la propia naturaleza. Desde el momento en que se conocieron, supieron que sus almas estaban destinadas a encontrarse. Sin embargo, la vida les tenía reservado un destino cruel: George había sido diagnosticado con leucemia. Desde ese día, Lewis se convirtió en su ángel guardián, dedicando cada instante a cuidar de su amado.
Cada mañana, Lewis despertaba con una sonrisa, aunque su corazón estuviera desgarrado por el dolor de ver a George luchar contra la enfermedad. Preparaba su desayuno favorito: tortitas esponjosas con fresas y un toque de miel. Después, llenaba la habitación con flores frescas, cada una elegida con amor para alegrar el día de George. Era su forma de decirle que aún había belleza en el mundo, incluso en medio de su sufrimiento.
Lewis siempre traía pequeños regalos: un libro que sabía que George quería leer, una caja de chocolates para endulzar esos momentos amargos y una carta escrita a mano donde le contaba lo mucho que significaba para él. A pesar de la tristeza que lo envolvía, Lewis mantenía una actitud positiva frente a George, ocultando sus propias lágrimas detrás de sonrisas y palabras alentadoras.
- Juntos superaremos esto mi bello sol - le decía constantemente, aunque en su interior sabía que el tiempo se les escapaba. Las noches eran las más difíciles; él se sentaba junto a la cama de George, sosteniendo su mano mientras las horas pasaban lentamente. En esos momentos de silencio compartido, Lewis podía sentir el peso del amor que los unía y la inevitabilidad de lo que estaba por venir.
Un día, decidieron salir al aire libre por primera vez en semanas. Lewis llevó a George a un hermoso columpio colgado de un gran árbol cerca del mar. Era su lugar especial, donde habían compartido risas y sueños en tiempos más felices. Mientras se mecía suavemente bajo el atardecer de una fría primavera, los colores del cielo parecían reflejar la intensidad de sus emociones: hermosos pero tristes.
- Siempre estaré contigo, mi sol -le prometió Lewis mientras miraba a George con amor incondicional.- No importa lo que pase, mi amor por ti trasciende las barreras del tiempo y el espacio. Te amo en esta vida, en las que están por venir, en este lugar y en este vasto universo. Eres mi todo, mi amor eterno que perdurará más allá de cualquier circunstancia. Juntos, estamos destinados a vivir un amor que desafía las dimensiones y se mantiene firme en la inmensidad del universo que nos rodea -
George sonrió débilmente, sintiendo el amor ardiente de su esposo envolverlo como una manta cálida. - Lo sé -respondió con voz suave- por qué en cada latido de mi corazón resuena tu nombre, en cada pensamiento te encuentro a ti. Eres la luz que ilumina mi camino, la razón de mi sonrisa y la melodía que alegra mi existencia. En ti he encontrado el amor más puro y sincero, y en cada instante a tu lado descubro la belleza de amarte más allá de las palabras. Eres mi todo, mi amor eterno que florece con cada amanecer y se fortalece con cada anochecer. Te amo hoy, mañana y por toda la eternidad -
Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, George sintió cómo su cuerpo comenzaba a ceder ante la enfermedad. La fragilidad se apoderó de él y cerró los ojos por un momento, dejando escapar un suspiro profundo. En ese instante, Lewis sintió que el mundo se detenía; supo que era el final.
Con lágrimas brotando sin control por su rostro, Lewis abrazó fuertemente a George mientras este se desvanecía lentamente entre sus brazos.
- Por favor no me dejes - suplicó entre sollozos desgarradores mientras sentía cómo la vida se escapaba del cuerpo de su amado.
George abrió los ojos por última vez y miró profundamente a Lewis.- Siempre estaré contigo -murmuró con un hilo de voz antes de dejar escapar un último aliento.
En ese momento, el corazón de Lewis se rompió en mil pedazos mientras sostenía a su esposo en sus brazos. Las lágrimas caían como ríos incontrolables mientras aceptaba la verdad desgarradora: había perdido al amor de su vida.
Mientras el sol desaparecía en el horizonte y las estrellas comenzaban a asomar en el cielo oscuro, Lewis lloró por primera vez frente a George, dejando salir todo el dolor acumulado durante esos meses difíciles. Su hermoso esposo había partido, pero la promesa que habían hecho juntos resonaría eternamente en su corazón: no importaría cuántas vidas tuvieran que vivir o cuántas veces enfrentaran al destino; siempre encontrarían la manera de estar juntos.
Con esa esperanza ardiente en su pecho y el recuerdo imborrable del amor verdadero que compartieron, Lewis supo que seguiría buscando a George hasta el final del tiempo.
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Sombras de un amor no correspondido
RandomTratara de pequeñas historias de un solo capítulo dónde algún personaje morirá o pasará cualquier otra situación pero jamás acabarán juntos. Diferentes parejas. Espero les guste. Si encuentran faltas de ortografía avisen, gracias.