Capítulo 6

13 5 1
                                    

–¡Dios, tienes una boca tan dulce...! –exclamó.

Y, como si el haberlo admitido lo irritara  profundamente, se apartó de ella, siguió bajando, y una vez en el piso inferior se dirigió hacia la puerta de entrada.
Dodo lo había seguido aturdida con la mirada y los labios entreabiertos.
Por un momento había creído que iba a besarla. Y entonces, de pronto, él se volvió, con la mano todavía en el pomo, y la observó fijamente, leyendo en su expresión el deseo que le estaba consumiendo y que era demasiado joven como para disimular.

Las facciones de Wonho se endurecieron, su mano apretó el pomo hasta que los nudillos se le pusieron blancos y maldiciendo entre dientes, se apartó de la puerta y fue derecho hacia ella.

Había tanta confusión en los grandes ojos castaños de Dodo, que lo estaban observando acercarse, que casi parecían negros. Ni siquiera fue capaz de protestar cuando la tomó entre sus brazos, aplastando sus blandos senos contra su duro tórax, ni cuando inclinó la cabeza y se apoderó de sus labios en un movimiento rápido y seguro.

Dodo, no podía creerse que aquello estuviera ocurriendo, cerró los ojos para saborear mejor la calidez y sensualidad de esos labios, pero cuando él trato de hacer el beso más profundo se tensó involuntariamente.

–No me niegues esto, Dodo... –jadeó Wonho.

Asió un mechón de pelo de la nuca de la joven, tiro suavemente, y aquello hizo que ella se sorprendiera y abriera la boca para protestar, momento que su lengua aprovechó para introducirse en ella.

Con la pericia de un experimentado amante, exploró aquella húmeda oscuridad, iniciando un baile incesante con la lengua de ella. Dodo jamás había querido hacer aquello con ninguno de los chicos con los que había salido, y en cambio con Wonho..., con Wonho era muy distinto. La hacia sentir muy femenina, y nunca hubiera imaginado que pudiera sentir tanto placer como él le estaba dando.

Un profundo gemido de satisfacción escapó de la garganta de la joven, y él la tomo por la cintura, levantándola un poco del suelo, apretándola más contra sí.

–Wonho... –susurró Dodo quejumbrosa, cuando él despegó sus labios de los de ella.

Él estaba esforzándose por recobrar él aliento, y la miro jadeante a los ojos

–Pequeña bruja de ojos negros... deja de lanzarme sortilegios –masculló.

La soltó, se giró y volvió a bajar los escalones. Se dirigió hacia la entrada de la casa, pero esta vez salió, dando un portazo, como si estuviese irritado consigo mismo por haberse dejado llevar.

Dodo se había quedado de piedra, con la espalda pegada a la barandilla de la escalera, y se llevó una mano a los labios hinchados, palpándolos incrédula.
Años esperando, soñando con ese momento... ¡Wonho la había besado! Y lo más increíble de todo era que había sido aún mejor que en sus sueños.

●●●

Dodo se pasó el resto del día en una nube, y apenas podía concentrarse en la cháchara de Dior mientras ponían la mesa para la cena.

–¿Sabés a qué acabas de decirme que sí? –le preguntó su amiga entre risas.

–¿Eh? –respondió Dodo, volviendo a la realidad.

Dior sonrió con malicia.

–Pues que acabas de responderme que sí a tomar galletas con mostaza y a montar en rinoceronte.

Dodo sintió que se le subían los colores a la cara y bajó la vista al montón de platos que tenía en los brazos.

–Lo siento –murmuró– Supongo que tenía la cabeza en otra parte

Mi Adorable EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora