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Después de dejar salir un enorme bufido que demostraba todo su cansancio acumulado por tantos días de arduo trabajo, Yoongi se recargó en una de las encimeras de la parte trasera del local donde trabajaba cada semana y se llevó ambas manos a la cara para restregarla con ellas y así tratar de despejarse un poco; la noche anterior la había pasado en vela para terminar la parte que le tocaba del proyecto final que estaba realizando en equipo con sus compañeros, y aunque al final había podido enviarla y los demás se habían hecho cargo de imprimirla y arreglar los últimos detalles, no se sentía nada bien después de escuchar como todos ellos tomaban turnos para reclamarle su falta de compromiso y de responsabilidad, Yoongi sólo los escuchó en silencio y con la mirada adherida en el suelo porque sabía que ellos tenían razón, que para ellos no significaría nada si les dijera que había trabajado tiempo extra y había llegado a casa realmente tarde. Su horario de trabajo jamás había llegado a representar un problema en el pasado, pero últimamente lo estaba haciendo porque Yoongi estaba tomando todos los turnos extra posible, incluso en domingo

A pesar de todo lo que llevaba trabajando, sus ahorros no estaban tan cerca de su objetivo, ya que la mayor parte de su sueldo (casi siempre todo) se iba en los pagos de la universidad y después en solventar los gastos de la casa porque la paga de su madre no era suficiente. A Yoongi no le molestaba, le llenaba de orgullo decir que él mismo se encargó de pagar su educación desde que tuvo edad para trabajar y ayudaba con los gastos de su casa porque sentía que era lo mínimo que debía de hacer después de que su madre trabajaba todo el día y porque ella siempre la había tenido dura por tener que hacerse cargo de un hijo por su cuenta; su padre los dejó en el momento que supo que ella estaba embarazada y jamás volvió a aparecer, pero a él no le importaba, no lo necesitaron antes y jamás lo harían.

La razón por la que ahora Yoongi se encontraba trabajando tan duro era porque tenía una meta, un objetivo al que quería llegar de inmediato y que lo empujaba a trabajar más y más duro aunque su espalda doliera todo el tiempo y las ojeras ya se hubieran convertido en su sello personal. Cada vez que Yoongi tenía ganas de faltar a la universidad o a su trabajo, un rostro aparecía de forma resplandeciente en su mente y lo hacía levantarse de su casa, tomar su bicicleta y atender todas sus responsabilidades, poner todo de sí en sus clases aunque su cuerpo le exigiera dormir propiamente y trabajar con una sonrisa aunque tuviera que lidiar por horas con comensales molestos y un jefe realmente grosero. Tal vez no era lo más justo del mundo y a Yoongi no le gustaba romantizar su sufrimiento diciendo cosas como "así es la ida si es que quieres progresar", pero sus ganas de estar frente a frente con esa persona eran tan fuertes que estaría dispuesto a hacer lo que fuera.

Un tiempo atrás Yoongi "conoció" a un chico gracias a unos comentarios en un blog acerca del propio cuidado de los gatos, un chico hizo un comentario expresando sus dudas y Yoongi le respondió cierta información que sintió que podría serle útil, el chico le respondió de vuelta y después le envió un mensaje privado en ese blog para explicarle mejor su situación. Lo que comenzó como una trivial conversación sobre el comportamiento de la mascota del chico se convirtió en preguntas de una índole más personal cuando Yoongi se encontró a sí mismo sonriendo ante sus respuestas ingeniosas y chistes tontos, ante la inocencia extraña de algunos de sus mensajes y al uso excesivo de emoticones en cada uno de ellos. Las conversaciones dejaron de ser en el blog una vez que intercambiaron números, fue entonces que Yoongi pudo ver por fin una fotografía de la persona con la que había estado hablando por dos semanas y se dio cuenta de que ya había caído, y no precisamente por su aspecto (esa fue la cereza del pastel), sino que lo hizo desde el principio, y lo hizo todavía más profundo cuando las conversaciones fueron más constantes y más íntimas.

Básicamente fue así como Yoongi se enamoró de Hoseok y como inició su relación a distancia, ya que Hoseok se encontraba en la ciudad donde Yoongi había nacido, pero que había tenido que abandonar para irse a otro país porque su madre quería mejores oportunidades de trabajo. No estaban cerca, los dos eran muy jóvenes y sólo Yoongi tenía un empleo porque los padres de Hoseok lo trataban como una pequeña princesa y no lo dejaban aunque él ya llevara mucho tiempo pidiéndolo, por esa razón nunca habían tenido la oportunidad de visitarse y jamás se habían visto en persona.

No, nunca. Nunca en la vida se habían visto en persona, ni siquiera una sola vez.

A Yoongi no le gustaba contarle a las personas de su relación porque todos lo miraban escépticamente cuando mencionaba ese pequeño detalle, que minimizaran sus sentimientos y su capacidad de escoger una pareja no era la cosa más divertida, así que no compartía nada de esto con nadie aparte de su madre, no tenía ganas de escuchar a los demás decirle que enamorarse de alguien que jamás había visto era estúpido y que lo más probable era que el otro chico sólo estuviera jugando con él. A pesar de todos los kilómetros de distancia, Yoongi sentía que Hoseok era la persona que más lo conocía en el mundo, era en quien realmente podía confiar y con quien verdaderamente podía ser él mismo sin miedo a represalias. Yoongi estaba muy enamorado y estaba muy feliz de decir que Hoseok correspondía sus sentimientos al cien por ciento.

Llevaba un tiempo planeando visitar a Hoseok de sorpresa, esa era su más grande motivación actualmente y la razón por la que soportaría mil turnos extras más, no podía seguir dejando que el tiempo pasara y que su amor siguiera creciendo a niveles exponenciales sin Hoseok cerca de él para demostrarlo, necesitaba verlo a los ojos con urgencia, ya no a través de una pantalla, sino justo frente a él para poder besarlo, acariciarlo y todas esas cosas que había estado soñando. Yoongi simplemente no podía esperar.

Se necesitan dos (YoonSeok)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora