Jackson
Continuamos caminando un rato hasta llegar a la entrada del pueblo. A lo lejos, diviso el cartel que marca el inicio del lugar, colgando de una rama de un árbol alto.
Sin embargo, está cubierto de vegetación que se ha enredado en él, ocultando su mensaje. Me acerco para despejar las plantas y poder leer lo que dice.
Bienvenido a Wintervale.
Ahora se ve claramente lo que dice, sin lianas cubriendo las letras blancas.
La chica de pelo negro se adelanta y se adentra en el pueblo. A medida que avanza, observa con curiosidad las casas que nos rodean.
Cada una tiene un aire peculiar, rodeadas de la vegetación frondosa que abunda en el bosque. Camina lentamente, tomando nota de los detalles de cada residencia y de las calles empedradas.
Yo, por mi parte, no me detengo a observar. Ya conozco cada rincón de este lugar.
Mientras ella está distraída admirando las casas del pueblo, yo aprovecho para examinarla detenidamente.
La observo desde una distancia prudente, fijándome en su cabello oscuro que cae en ondas sueltas alrededor de su rostro, y en la profundidad de sus ojos grises que reflejan curiosidad y fascinación.
Cada pequeño gesto suyo revela un interés genuino por el lugar, mientras yo me mantengo en las sombras, estudiándola con atención.
Desde mi escondite, no puedo evitar notar cómo su presencia evoca una sensación de misterio. Su cabello oscuro es como el cielo nocturno, profundo y enigmático, mientras que sus ojos grises brillan como la luna que ilumina ese vasto firmamento.
Cada movimiento que hace está imbuido de una elegancia que recuerda a la noche misma, añadiendo un aura de calma y fascinación al entorno.
¿Evelyn?
¿Asi dijó que se llamaba?
Evelyn.
Repito en mi mente, saboreando su nombre y analizando cada sílaba. Parece resonar con una familiaridad inquietante, intensificando mi curiosidad y el deseo de entender por qué su presencia me resulta tan evocadora.
Como si hubiera oído el murmullo de su nombre en mi mente, ella se detiene de repente y deja de caminar. Gira la cabeza y me mira sobre su hombro. Luego, tras unos segundos de tensión, se da vuelta con calma, quedando frente a mí.
En un intento de no ser descubierto, rápidamente muevo mi rostro para que no pueda ver que la estaba mirando. Sin embargo, parece que mi intento de pasar desapercibido fracasa cuando Evelyn me mira con el ceño fruncido, confundida.
Alzo una ceja en su dirección, intentando descifrar lo que piensa.
— Ibas a mostrarme el lugar, ¿no?
Ah, era eso.
— A eso vamos — le recuerdo mientras le hago una seña para que continúe caminando.
— De acuerdo — responde la pelinegra en un murmullo casi inaudible.
Se adelanta y camina delante de mí. Luego de unos segundos, se agacha para dejar al felino negro en el suelo, el mismo que traía en brazos cuando llegamos. Al inclinarse, una de las tiras de su camisón se baja un poco, dejando su hombro al descubierto. Me tomo un momento para volver a observarla.
No está nada mal.
De hecho, está mejor que bien.
Niego con la cabeza, tratando de vaciar mi mente y dejar de pensar en distracciones. No puedo permitirme eso ahora.
— Hey — la llamo, haciendo que se detenga.
Ella se da vuelta y me observa nuevamente. Hago lo mismo, observando sus ojos grises.
— ¿Sí? — pregunta la pelinegra.
— Tengo que hacer algo aquí. Acompáñame y luego te mostraré el lugar — le digo mientras espero su respuesta.
Ella me mira por unos segundos, pensativa. Finalmente asiente con la cabeza y se acerca a mí.
— Por aquí — digo mientras camino hacia el sendero y abro la puerta de la tienda.
Evelyn me observa confundida cuando me detengo. Suspiro y le hago una seña para que entre primero. Ella lo hace y camina delante de mí. La puerta de la tienda suena con el característico tintineo de la campana cuando la cierro detrás de mí.
Se detiene en el mostrador y hago lo mismo. Me saco la bolsa de madera que he cortado hace rato y la dejo en el suelo. Un momento después, aparece Raphael, el dueño de la tienda. Me observa brevemente y luego dirige su mirada a la pelinegra, alternando entre ella y yo.
Agarro la bolsa que contiene la madera y la coloco sobre el mostrador. Raphael asiente en respuesta y busca el dinero en la caja registradora. Al agacharse, su cabello canoso cae un poco sobre su frente.
— Veo que tienes compañía — rompe el silencio Raphael.
— Raphael, ella es Evelyn — le presento, señalando a la pelinegra. — Evelyn, él es Raphael.
Saco la madera cortada y la dejo sobre el mostrador mientras los presento. Quiero irme cuanto antes.
— Un gusto — dice Evelyn, captando la atención de Raphael y, para ser sincero, también la mía.
— Igualmente — responde el anciano y desvia la vista para contar el dinero. Se acerca a mí y me lo entrega.
— Son 200 amaros. Ya no hay tanta demanda ahora que estamos en verano, así que el precio ha bajado.
Asiento mientras agarro el dinero y lo guardo en mi bolsillo. Le hago una seña con la mano y lo saludo antes de irme.
— Vámonos — le digo a Evelyn.
Ella asiente y se da la vuelta, saludando con la mano a Raphael. Abro la puerta y, al hacerlo, el sonido de la campana me recuerda lo que odio de esta tienda.
No tengo que hacerle ninguna seña a Evelyn. Sale delante de mí y me espera en la entrada. Salgo detrás de ella y el sol de verano golpea mi rostro.
— ¿Y ahora? — pregunta Evelyn, dirigiéndose hacia mí. La observo por unos segundos.
— Todavía no me has respondido.
La pelinegra frunce el ceño y me mira confundida.
— Te pregunté hace un rato si estabas de visita.
Evelyn traga saliva, acordándose de mi pregunta. Se queda en silencio durante unos largos segundos que parecen eternos.
— No estoy de visita — finalmente responde. Al oírla, alzo las cejas con incredulidad, incitándola a que continúe explicándose.— Voy a quedarme aquí.
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The Witch's Legacy | El legado de la bruja
FantasyEn los bosques antiguos, donde la magia se entrelaza con secretos oscuros y misterios indescifrables, reside Evelyn Moon, descendiente de una línea de brujas con un poder extraordinario y un legado tan peligroso como codiciado. Cuando su habilidad ú...