07 | Nuevos Comienzos

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Evelyn

La casa de Jackson es acogedora y cómoda, mucho más de lo que imaginé al principio. No puedo decir que me moleste quedarme aquí. De hecho, hay algo en el lugar que me hace sentir tranquila, como si por fin pudiera bajar un poco la guardia, aunque solo sea por un rato.

No me incomoda quedarme aquí. No me incomoda estar con Jackson.

La primera noche cenando con él fue un tanto tensa al principio. El silencio se instaló entre nosotros, y aunque no era incómodo, se sentía extraño. No sabía qué decir, y parecía que él tampoco.

Pero luego Jackson rompió el hielo con una pregunta simple, algo cotidiano. A partir de ahí, la conversación comenzó a fluir de forma más natural. Para cuando me di cuenta, estábamos hablando como si el silencio inicial nunca hubiera existido.

Ya llevo una semana conviviendo con Jackson, y en ese tiempo he aprendido algunas cosas sobre él.

Sé que le cuesta dormir por las noches, que trabaja para Raphael suministrándole productos para su tienda, y que, aunque vive solo, su padre está en otro lugar. Por lo que he podido deducir, no tiene familia en el pueblo. No es que haya preguntado mucho, pero a estas alturas, esas piezas se van conectando solas.

También me dijo que tiene veintiséis años y que no le gustan los animales, lo cual explica por qué no tiene mascotas. A pesar de eso, he notado que se lleva bastante bien con Shalom. No es que lo acaricie o juegue con él, pero parece tolerarlo mejor de lo que esperaba, lo cual, en cierto modo, me sorprende.

Me dijo que, dado que íbamos a convivir más seguido, podía llamarlo Jack. Al principio me sorprendió, ya que nunca había usado un apodo con alguien que acababa de conocer.

Me instalé en una habitación que, curiosamente, es bastante femenina. Las cortinas claras, los detalles suaves en los muebles... todo me parece fuera de lugar considerando que Jack vive solo. Es extraño estar en un espacio que no parece encajar con él, pero no he preguntado. Quizá haya una historia detrás, pero por ahora prefiero no saberla.

He dejado mi libro de hechizos y algunas pociones ocultos en el armario, al fondo, entre la ropa femenina que, por alguna razón, ya estaba ahí. No he preguntado por qué tiene esa ropa, pero Jack me dijo que podía usar lo que necesitara. Así que, por ahora, lo aprovecho para esconder mis cosas sin llamar la atención.

La primera noche, también me prestó una de sus camisas, ya que no sabía nada sobre la ropa femenina que encontré en el armario. Me pareció un gesto amable, y aunque me resultaba un poco extraño tener que usar una camisa masculina, fue un alivio no tener que dormir con lo que traía puesto.

Fue un verdadero privilegio que me prestara ropa, especialmente considerando que el día que llegué solo tenía puesta mi camisón negro de tirantes. No solo fue un gesto amable, sino que también me permitió sentirme un poco más cómoda en una situación que ya era suficientemente incómoda.

Jackson casi nunca está en casa; siempre está ocupado con su trabajo y con algunas otras cosas que desconozco. La mayoría de las veces, me encuentro sola en la casa, lo que me da tiempo para aclimatarme y hacer lo que necesito en paz. Aunque su ausencia constante a veces me hace preguntarme qué hace exactamente fuera, me alegra tener un espacio para mí mientras él no está.

No lo detesto, especialmente después de que me dejara quedarme en su casa, y no me incomoda su presencia.

Sin embargo, a pesar de su amabilidad, sigo desconfiando de él. Es difícil bajar la guardia por completo, y aunque parece que tiene buenas intenciones, no puedo evitar mantener una cierta reserva.

No me siento cómoda quedándome en su casa sin aportar en los gastos ni hacer nada en particular. Me resulta difícil estar en un lugar sin contribuir de alguna manera, y aunque Jack no parece esperar nada de mí, esa sensación de no estar haciendo mi parte me pesa.

The Witch's Legacy  |  El legado de la brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora