Capítulo 2

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Mis sollozos han desgarrado lo poco que queda de mi alma mientras las tumbas están frente mío, quiero estar con ellos, quiero regresar para decir que no a la búsqueda y arreglar todo esto, siento la lluvia intensificarse y las dos personas que entraron en el cementerio se posicionan detrás de mí, espero con ansias que me lleven a la horca igual no voy a poner resistencia... pero eso no llega, en su lugar siento el abrazo de alguno de los dos por detrás.

—Lo siento —me susurra Sander sosteniéndome.

Me quiebro más y soy incapaz de sostenerme por mi cuenta, él se sienta en el pasto y me mantiene en sus brazos como una niña pequeña, lloro y lloro sintiendo su calidez, su pecho tiembla lo cual me indica que él igual llora.

—Lo siento —repite.

No respondo, mi cuerpo no quiere hacerlo yo tampoco, siento a Rocio acercarse se posa junto a su amigo, pero no nos miramos, ninguna de las dos tiene el valor.

—Quiero ir —pido entre gimoteos.

—¿A dónde cariño? —pregunta Rocio tratando de contenerse.

—Con ellos —admito.

El abrazo de Sander se intensifica permitiéndome no quebrarme.

—Tu padre te habría querido aquí —me susurra Sander.

No respondo, continúo llorando por las personas que ahora están cubiertos de tierra, no sé cuánto tiempo pasa, pero el agua nos empapa a los tres, ninguno tiene la voluntad de moverse, Sander no afloja su agarre sobre mí, y Rocio no quita la mano de la espalda de su amigo... y solo por un momento quiero quedarme ahí, con Sander sosteniéndome para no caer.

—Necesitamos movernos, ya han avisado al palacio que estamos aquí. —habla Pier y no sé de dónde salió.

—Yo me quedo —susurro.

—Aún tienes una monarquía que salvar princesita. —me susurra Rocio dándome un beso en la frente.

No siento el cuerpo, solo un enorme dolor que me cubre Sander y Rocio me alientan a pararme, pero yo solo quiero quedarme con mi familia, aunque ahora solo vea tumbas.

—Vamos —pide Sander.

—No... no puedo.

Guardan un silencio que me hace escuchar la lluvia revolotear a mí alrededor.

—No ha comido en semanas es normal que ya no tenga fuerzas —informa Pier.

Sander se levanta conmigo en brazos y comienzo a ver todo borroso, la lluvia sigue empapándome y yo pierdo la noción.

Abro nuevamente los ojos horas después, o eso creo, estoy en otro lugar, no tengo ropa seca, pero todo a mi alrededor lo está, apesto mal, no he querido tocar el agua desde meses atrás, mi cuerpo ni siquiera puede moverse cuando lo intento.

—Yo te ayudo —la voz de Rocio retumba en el lugar.

Niego, no quiero moverme, a veces quedarse sentado es lo mejor que se puede hacer.

—Tratamos de evitarlo. —habla acercándose.

Su tono de voz me indica el dolor de su alma, pero poco interés tengo ante lo que me vaya a decir, aún así le respondo.

—¿Qué?

—Que se llevaran a Mike, lo defendimos con nuestra vida.

Una risa grotesca sale de mi pecho y me doy cuenta de que, aunque no es con afanes de alegría es la primera vez que me río en años y no se siente bien.

LA SALVACIÓN DE UNA MONARQUÍA (Segundo libro de la bilogía  REINOS DE FUEGO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora