Capítulo 1: El Vagabundo Y El Castillo

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El vagabundo y el castillo

—¡Ay! ¡Me estás pisando la cara!

—Ya cállate, alguien nos va a escuchar...

—Estás demasiado pequeño para alcanzar la ventana, deja que yo lo haga y me limpio los zapatos contigo también...

—Por esto nunca te invitamos a salir con nosotros. A ver, impúlsate y me lanzas para arriba.

—¿Estás loco? Estoy sobre una silla que apenas y puede mantenerse de pie. Cállate y estírate más.

Dos niños están detrás del castillo de la reina de Weissen, se han escabullido hasta ahí aprovechando que es la hora de la comida y los guardias cambian sus puestos. Uno de ellos es un pequeño Velz que con todas sus fuerzas estira su cuerpo para agarrar el filo de la ventana y poder saber cómo se ve el gran Castillo de Sangre por dentro. Si tienen suerte, incluso poder ver a la reina con sus propios ojos. Justo debajo de sus pies y con la cara algo sucia por el lodo que pisaron en el camino, está su mejor amigo, un niño Reiku que se ha ofrecido para formar parte de esta arriesgada travesura.

Después de unos cuantos minutos de quejidos y esfuerzos, el sonido de la ventana abriéndose da señal de progreso en la tarea. —¡Lo logre! —levanta la voz emocionado el pequeño Velz.

—¿Enserio? —debajo de él y tratando de mantener el equilibro, intenta mirar por un lado haciendo que una de las patas de la silla se quiebre.

—¡¿Qué haces, tonto?! — el joven espía reacciona rápidamente y da un pequeño salto desde los hombros de su amigo antes de caer, logra agarrar el borde quedando con los pies al aire colgando de la ventana— ¡Oye! ¡Me voy a caer! —busca con la mirada a su amigo mientras agita los pies de lado a lado buscando sobre qué ponerse de pie. —¡Te dije que me dejaras escalar a mí! —su amigo le reclama sentado en el suelo por la caída.

—¡¿Por qué están gritando!? —la voz de una niña interrumpe la discusión, es la hermana del pequeño Velz quien se había quedado en la esquina del castillo vigilando que nadie se acercara. —¡Ayúdame! —el niño Velz sigue agitando sus piernas hasta que su hermana lo intenta ayudar empujando sus pies para arriba—Mamá nos va a castigar por la silla rota... —menciona la niña al ver la silla en el suelo con una pata rota.

—¿Qué están haciendo? —una nueva voz aparece, pero esta vez es la voz de un adulto justo a las espaldas de los tres jóvenes traviesos. Los tres niños se quedan congelados, alguien los ha descubierto tratando de entrar al castillo de la reina. ¿Qué dirían sus padres cuando los guardias los lleven del brazo hasta sus casas? Ellos saben bien que está prohibido acercarse demasiado al castillo de la reina, nadie sabe realmente por qué y esto solo hace que la curiosidad sea mucho mayor para un grupo de niños sin nada más que hacer.

—Déjenme ayudarles —dice la voz de quien ellos creen es un guardia que ahora se está... ¿ofreciendo para ayudarlos?

La niña Velz mira confundida y se atreve a girar la cabeza antes que los dos niños para saber quien les está hablando. Detrás de ellos hay un hombre de cabello rojizo, sus ojos también son de un tono anaranjado como el atardecer, en su boca hay una leve sonrisa pintada detrás de una barba no muy larga y bien cuidada, no se ve para nada molesto con ellos a pesar de lo que están haciendo.

—A ver, prepárate —el hombre de cabello rojo agarra al pequeño Velz por las piernas y fácilmente lo ayuda a subir hasta dejarlo sentado en la ventana.

—Genial... —el niño ahora sentado en la ventana ve con asombro a su rescatador y ahora cómplice—¿Quién eres? —pregunta al verlo de pies a cabeza, no lleva una armadura ni armas con él, por el contrario, parece más bien un vagabundo, vestido ligeramente con un pantalón suelto algo sucio en las rodillas, una camisa blanca de mangas cortas con un chaleco azul tejido a mano, listo para la época más calurosa del año, aunque no tiene zapatos puestos.

El Jardín De Los Sueños (The Black Garden)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora