||𝟘𝟛||

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Kaveh entró al estudio. Pese a que el sol ya estaba iluminando las calles de la ciudad, era bastante temprano. Miró la sala desordenada y oscura. En medio de dibujos y desolación, Alhaitham observaba indiferente al recién llegado. 

Antes de que el rubio pudiera decir algo, el joven artista se desplazó hacia su caballete. Totalmente cohibido, comprendió que su... "compañero" no estaría dispuesto en dirigirle la palabra en toda la sesión. Así que, en silencio, se dispuso a desvestirse a oscuras.

Por su lado, Alhaitham se preparó para retomar su trabajo. Finalmente había decidido que su primer retrato no era lo bastante bueno, por lo que se veía obligado a empezar de cero.  Una vez que estuvo preparado, encendió un interruptor y la luz blanca hizo su aparición, bañando el cuerpo desnudo de Kaveh con frialdad.  

El silencio se vio devorado por una tensión palpable entre los dos. Nadie hablaba, nadie se quejaba. Después de lo que había pasado ayer, Kaveh había entendido que lo mejor era limitarse a posar. Tal y como había dicho Alhaitham. 

Bueno, eso era si quería conseguir el dinero que le había ofrecido. 

Pasado un tiempo, Alhaitham soltó un pequeño suspiro y se levantó. 

—Cinco minutos.

El rubio estiró sus brazos, soltando un pequeño bostezo. Miró de reojo al artista, quién se encontraba analizando su trabajo.  Pero sus rasgos faciales no se alteraron en ningún momento; su rostro era completamente ilegible. Kaveh fue incapaz de descifrar si se sentía satisfecho, orgulloso, frustrado...

"Por dios, es como si fuera un robot. ¿Cómo puede ser que un artista sea tan...?"

La mirada afilada de Alhaitham se encontró repentinamente con la de Kaveh, quien rápidamente la desvió, sintiendo pequeños escalofríos recorrer su espalda. 

El platino se levantó con el dibujo en mano y lo guardó en una gran carpeta. Acto seguido, retomó su lugar en el caballete y preparó un folio nuevo. 

El chico de ojos cereza optó por una pose en la que daba la espalda al artista. 

"Esto va a ser eterno..." pensó mientras el sonido del carbón acariciaba sus oídos.


* * *


Al día siguiente la rutina se repitió. Kaveh llegó, Alhaitham no le dirigió la palabra. Se desvistió en silencio mientras el artista abría una caja nueva de carboncillos (como si el suelo no estuviera lleno de trozos de carboncillo en perfecto estado). Aunque bueno, Kaveh prefirió no opinar acerca de las decisiones de Alhaitham. Después de todo, no se consideraba un artista.  

El albino observó al rubio, quien había elegido una pose de espaldas a él, volteando ligeramente la cintura para que su rostro quedara de perfil. Sus brazos estaban distanciados de su cuerpo, y sus manos cerradas como puños lo hacían brillar con un aura masculina, como si se tratara de un guerrero griego. La luz fría se reflejaba sobre sus músculos con una majestuosidad no intencionada. 

No. No le gustaba para nada esa pose. 

Sin decir una palabra, se acercó al modelo, quién no pudo disimular su incomodidad debido al repentino acercamiento. 

Alhaitham agarró los brazos de Kaveh, y los alzó. Con una imagen en su mente, tomó su cintura y ladeó todo su cuerpo, haciendo que su figura pasara de verse masculina a una bastante femenina. Por último, posicionó uno de sus pies de manera que sólo fuera capaz de apoyar la punta de sus dedos contra el suelo. 

El artista se alejó con un orgullo prácticamente imperceptible al ver que había logrado reflejar en el rubio la pose de cierta escultura griega de una hermosa mujer convertida en árbol. 

Charcoal Traces (HaiKaveh)~ Short StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora