El Capitán Turrock permanecía en la cabina de su submarino, rodeado por un inquietante silencio. El enigmático Continente Perdido parecía estar envuelto en una oscuridad opresiva, como si cada sombra ocultara un secreto antiguo. Turrock tamborileaba los dedos sobre el tablero de mando, incapaz de calmar la creciente ansiedad que lo embargaba. De repente, un ruido atronador rompió la quietud, como si una puerta hubiera sido arrancada de sus goznes. Con el corazón palpitando, Turrock se apresuró a salir al exterior.
Al emerger, una escena desconcertante lo esperaba. Una abertura en el suelo se cerraba con un crujido sordo, dejando a su paso a Big Serow, Billsword y Morgan. Big Serow se apoyaba en su asta rota, tambaleándose con cada paso, mientras los otros dos lo sostenían.
"¡Por las mareas! ¡Amigos míos!" exclamó Turrock, corriendo hacia ellos con preocupación evidente en su rostro. "¿Qué ha pasado? ¿Dónde están el señor Liogre y los demás?"
Antes de que pudieran responder, Big Serow se desplomó, cayendo inconsciente en los brazos de sus compañeros. Turrock palideció al verlo y giró hacia ellos con urgencia.
"Está muy mal..." murmuró. "¡Llévenlo al ala médica del submarino, rápido!"
Sin perder tiempo, Morgan y Billsword cargaron a Big Serow con la ayuda de Turrock, adentrándose apresuradamente en el submarino para buscar refugio y atención médica.
Mientras tanto, en las profundidades del laberinto subterráneo, Ogre y su grupo avanzaban siguiendo los pasos de Salmomancer. Los pasadizos serpenteantes parecían extenderse sin fin, sus sombras danzando con cada movimiento de las antorchas. El silencio solo era roto por el eco de sus pasos y las ocasionales gotas de agua que caían desde el techo. Fue Mei quien, impulsada por su insaciable curiosidad, rompió el mutismo.
"Señor Pescado..." comenzó, atrayendo la atención de Salmomancer.
Él se detuvo de golpe y giró hacia ella, su rostro mezclando humor y una pizca de incomodidad.
"Por favor, niña, no me llames Pescado. Es... humillante," replicó, mientras el grupo esbozaba sonrisas contenidas. "¿Qué querías preguntar?"
"Quería saber cómo es posible que haya tantos pasadizos secretos, trampas y mecanismos en túneles que, según entiendo, solían ser simples canales de agua para el castillo en ruinas," dijo Mei, con los ojos brillando de curiosidad.
Salmomancer reanudó su marcha, señalando unas escaleras cercanas.
"Es una buena pregunta," comenzó, con un tono casi solemne. "Como ya deben saber, el Reino de Draconus era conocido por su increíble avance tecnológico. Estos túneles, aunque hoy parecen simples formaciones rocosas, fueron en su día canales cuidadosamente diseñados para transportar agua desde las montañas hasta el castillo."
"Eso aún no explica las trampas y los mecanismos," replicó Mei, cruzando los brazos con una mezcla de impaciencia y fascinación.
"Tranquila, iba a eso," respondió Salmomancer con una sonrisa astuta. "El castillo en realidad no era solo un castillo. Era la nave de Dragul, la misma que uso cuando llegó al Planeta Bestia hace siglos. El usó una tecnología tan avanzada que podría modificar incluso las estructuras naturales de este lugar. Su legado se oculta en cada rincón de estos túneles."
Zhao, pensativo, intervino. "¿Podría tratarse de nanotecnología?"
El grupo lo miró con perplejidad. Incluso Salmomancer frunció el ceño, intrigado.
"¿Nano... qué?" preguntó.
"Nanotecnología," explicó Mei, tomando la palabra. "Es un tipo de tecnología de nuestro mundo que utiliza máquinas diminutas, más pequeñas que una célula, para manipular la materia en su nivel más básico: los átomos y moléculas."
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Beast Saga: Tamer Rising
AdventureRyo, un joven de 16 años, y sus amigos son transportados al Planeta Bestia tras un experimento de teletransporte fallido. Separado de sus amigos, Ryo despierta en el Reino de Gloria, donde descubre un vínculo especial con Liogre, el poderoso Rey leó...