El Guerrero Feroz del oceano: Atlas, El Guardian de los Mares

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En el imponente castillo del Reino de Gloria, el ambiente se sentía inusualmente tranquilo. Minedrill, con su habitual seriedad y meticulosidad, organizaba documentos en el despacho del Rey Liogre. A su lado estaba Sianbi, un gato de pelaje plateado, luciendo una armadura morada que resaltaba su figura elegante. Junto a ellos se encontraban Garrison y Rhinus, quienes acababan de terminar de limpiar el trastero del castillo.

"Vaya, vaya," comentó Sianbi, dejando los papeles a un lado mientras se estiraba perezosamente. "¿Quién hubiera imaginado que este lugar se volvería tan aburrido sin esos humanos aquí?"

"No te quejes," replicó Garrison, ajustando su armadura con un leve resoplido. "Sabes bien que, junto con el Rey y los demás, tuvieron que partir hacia el Continente Perdido para detener a esa organización que está causando tantos problemas."

"Sí, ya lo sé..." suspiró Sianbi, su tono impregnado de frustración. "Pero, aun así, creo que al menos uno debería haberse quedado aquí. Este lugar ahora se siente como una tumba. Tal vez la señorita Mei habría sido ideal para animarlo un poco."

Sianbi continuó, su voz adoptando un tono de arrogancia juguetona: "Lástima que esté atada a Jan Jan y no a mí, que claramente estoy a su nivel."

"A la señorita Mei no le gustan los metrosexuales," comentó Garrison con tono desinteresado, lo que provocó que el pelaje de Sianbi se volviera blanco por la sorpresa, y una flecha con la leyenda 'Rechazado' atravesara su pecho de manera imaginaria.

"Vamos, aún tenemos mucho que hacer," dijo Garrison, tomando a un Sianbi aún atónito y llevándoselo fuera del despacho. Mientras tanto, Minedrill continuaba archivando documentos, aunque su mente comenzaba a divagar. "Me pregunto cómo estarán el Rey Liogre y los demás..." pensó para sí, su mirada perdida en los papeles.

Mientras tanto, en las profundidades del océano, a bordo del submarino de Turrock, el Rey Liogre soltó un estornudo que retumbó a través del casco de la nave. "¡Ah, ah, ahh-choo!" El rugido de su estornudo hizo eco, y Golder no pudo evitar reírse de la expresión desconcertada del rey.

"Ja, ja," se rió Golder. "Parece que alguien ha estado hablando de ti," bromeó con una sonrisa burlona. Ya habían pasado cuatro días desde que dejaron Gloria, y cada miembro del grupo aprovechaba el tiempo a su manera.

Leoparmint, con una postura firme, entrenaba a Ryo en el manejo de la espada, perfeccionando las técnicas que había aprendido de Liogre y enseñándole nuevas estrategias. "¡Eso es!" exclamó Leoparmint mientras lanzaba un golpe, pero Ryo, con destreza, esquivó y contraatacó con una finta que la dejó en el suelo. "¡Bien jugado! Has mejorado mucho en estos pocos días."

"Je, gracias," respondió Ryo, sonriendo con gratitud.

En la cocina, Mei y Jan Jan se afanaban en la preparación de bollos. "Bien, según esta receta..." dijo Mei, hojeando un libro de cocina. "Solo falta una pizca de polvo de hornear."

"Yo lo traigo, señorita," respondió Jan Jan, apresurándose. Sin embargo, tropezó y cayó, cubriéndose la cara con polvo de hornear.

Mei, intentando contener la risa, no pudo evitar estallar en carcajadas. "¡Pareces un oso polar, Jan Jan!" exclamó, mientras se reía a carcajadas. Pero Jan Jan, con una sonrisa traviesa, lanzó un poco de polvo hacia la cara de Mei, dejándola también blanca.

"Así que con esas tenemos, ¿eh?" dijo Mei, sonriendo de forma juguetona antes de abalanzarse sobre Jan Jan y hacerle cosquillas, mientras él, entre risas, le pedía que se detuviera.

En otra parte del submarino, Zhao se encontraba con Mantaray, Billsword, Morgan y Golder, jugando al complicado juego del hilo. Para ellos, era una novedad, y el desafío de entender las reglas añadía una capa de caos a la situación.

Beast Saga: Tamer RisingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora