El Pasado

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Japón, comparado con el resto de los países, no representaba una amenaza, todo gracias al héroe número uno de ahí: All Might, el héroe más poderoso, quien, a sus 50 años, seguía demostrando ser una fuerza imparable para cualquier villano que intentara cometer un delito.

Por suerte, el tiempo que Izuku estuvo en México coincidió con la temporada en que All Might estaba en Estados Unidos. Nunca tuvieron contacto, pero sabía que All Might era un hombre digno de su apodo: El Símbolo de la Paz. Era gracias a él que Japón mantenía una tasa de delitos tan baja, de solo un 8%. Izuku lo agradecía, ya que Japón era el único lugar que no vigilaba, y se alegraba de que un hombre tan honrado como All Might mantuviera el orden.

Izuku se preguntaba si All Might hubiera sido un héroe en su infancia, ¿lo habría salvado?

-Dios... ¿Por qué pienso esto? Es inútil preocuparme por eso -se dijo a sí mismo. Tenía esa manía de divagar cuando estaba quieto, pero... regresar a Japón era más duro de lo que pensaba.

Los recuerdos de los días que vivió allí lo golpeaban: la felicidad, lo simple que era su vida en ese entonces. Cuando se fue, no dudó ni un segundo. No pensó en su amigo Masaru, en sus tíos, en sus compañeros... ni siquiera en su madre. Bueno, al menos no en su cuerpo. ¿Qué le había pasado? ¿La encontraron? ¿O su cuerpo se había podrido en aquella habitación sin que nadie lo notara? ¿Le hicieron un funeral? ¿Y él? ¿Lo buscaron? ¿Pusieron carteles? ¿Qué pasó con la investigación? ¿Los héroes? ¿Los policías? ¿Las cámaras?

Entre más pensaba, más enojo sentía, más ganas de lanzar todo a la mierda. Pero no podía. No hacía esto por gusto; lo hacía porque era su deber, para que nadie más sufriera su mismo destino.

Cuando llegó a Japón, fue directamente a su ciudad natal, Mustafasu, y en ella encontró varios carteles viejos buscándolo a él. Viajó por toda la ciudad, dividido en decenas de cuervos, buscando cualquier lugar sospechoso o abandonado que pudiera tener alguna conexión con su pasado. En poco tiempo lo encontró: un almacén lleno de carros viejos a las afueras de la ciudad.

Dentro, en la única oficina del lugar, encontró una escotilla bajo el escritorio, que lo llevó a una red de túneles subterráneos con varias salas. Aunque llenas de moho, ratas y suciedad, Izuku las reconoció al instante. Una de ellas era el laboratorio del doctor Garaki, donde había tenido la conversación con "Mi Señor". La húmeda habitación donde lo habían retenido. La sala blanca donde lo habían torturado.

Al día siguiente, investigó más sobre el almacén y encontró una noticia de hace más de 30 años. La policía y algunos héroes habían irrumpido allí, buscando a varios niños desaparecidos, incluido su nombre. Pero no encontraron niños, solo el lugar abandonado y, lo más valioso, el ADN de un sospechoso: Yoko Tanaka.

Reconoció de inmediato al hombre en la foto. Era uno de los que lo había secuestrado. Tras encontrar su dirección, entró en su casa a medianoche, lo amarró y lo colgó del techo para interrogarlo.

-¿Dónde está el doctor? -preguntó, golpeando el suelo con un bate.

-¡Ya te lo dije! ¡No sé nada! -suplicó el hombre-. Solo fui usado como cebo. Cuando me metieron a la cárcel, dejé de trabajar para ellos.

-¿Cómo estoy seguro de que dices la verdad? -El hombre mostró una expresión de terror, pero luego gritó:

-¡Mi compañero! ¡Hiroshi Susuki! Él siguió trabajando con el doctor y con All For One después de que me encarcelaron. No sé dónde vive exactamente, pero sé que está en Hosu.

Izuku, El Cuervo De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora