El Hermano

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Masaru siempre fue un niño extremadamente tranquilo; a diferencia de otros niños, no le gustaba correr ni gritar por todo el patio mientras se perseguían unos a otros.

A Masaru le gustaba leer, el silencio, simplemente estar en un lugar cómodo mientras comía paletas de hielo. No había nada mejor para él, tal vez por eso nunca fue una persona de muchos amigos.

-Pero por lo menos tengo a Izuku.

Era lo que siempre se decía. No recordaba una vida sin Izuku; después de todo, crecieron juntos, desde la panza de sus madres, sus primeras palabras, sus primeros pasos, sus primeros días de kínder.

Siempre juntos, siempre al lado del otro. Decir que eran mejores amigos era poco; ellos eran básicamente hermanos. Muy buenos hermanos.

Esa tranquilidad fue amenazada cuando despertaron sus dones. Ellos nunca destacaron en mucho; no tenían buenas notas, no eran muy habladores, eran básicamente invisibles para sus maestros y sus compañeros.

Cuando Masaru despertó su don, nadie le dijo nada, nadie ni siquiera lo notó. Después de todo, lo único que hacía era sudar un líquido en sus manos que, cuando las frotaba, hacía pequeñas explosiones, nada impresionante.

Todo lo contrario a Izuku. ¿Poder dividirse en cientos de cuervos? ¿Ver todo lo que los cuervos veían? ¿Cambiar de lugar entre cada uno de los cuervos? Era un don increíble, el don de la nueva generación.

Todos los ojos estaban sobre él, todos sus compañeros, todos los adultos. "Serás un gran héroe", decían, "Estás destinado a algo increíble", comentaban.

Entonces el resto de sus compañeros empezaron a juntarse más y más con el peliverde. Algunos pensarían que aquel niño se olvidaría por completo de Masaru, pero no fue así. Su vínculo simplemente se hizo más fuerte.

Lo que sí dio un enorme giro fue la personalidad del pequeño peliverde. Dejó de ser igual de callado y tranquilo que Masaru; se volvió muy extrovertido y atrevido, convenciéndolo de hacer locuras como ir solos al bosque.

-¡No te preocupes, Masaru! ¡Todo estará bien! ¡Yo estoy aquí! -le decía, y automáticamente él cedía a las travesuras de su amigo... Su vida era buena. Increíble, de hecho.

Pero la vida también era cruel, y Masaru lo supo cuando su mejor amigo, aquel niño con quien creció y quería como a un hermano, desapareció de un día para otro.

¿Saben cómo se sintió? ¿Cómo eso pudo afectar a un niño de tan solo 6 años?

Lo único que quería era llorar y abrazar a su madre, pero sabía que ella también se sentía horrible. Masaru había perdido a un hermano, sí, pero su madre había tenido que ver el cuerpo de su mejor amiga rodeado de sangre. Su padre estaba para los dos, sin embargo, Masaru no quería molestar a ninguno de ellos, por lo que decidió no mostrar tristeza frente a sus padres.

-Tengo que ser fuerte -se dijo a sí mismo.

La familia Bakugo hizo un pequeño funeral para Inko y presionaron a las autoridades para encontrar al pequeño Izuku. En poco tiempo, ellos se volvieron la cara de una campaña contra los policías y héroes.

Izuku, El Cuervo De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora